El ser humano influye en el clima desde finales del siglo XIX

El calentamiento global de origen humano surge a finales del siglo XIX, cuando las diferencias de temperatura entre el verano y el invierno empezaron a estrecharse en el hemisferio norte, lo que puede atribuirse al aumento de las concentraciones de gases de efecto invernadero en las latitudes altas y a los aerosoles de sulfato en las latitudes medias.

Ésta es la conclusión principal de un estudio realizado por 11 investigadores de instituciones de Alemania, China y Reino Unido, y publicado en la revista ‘Nature Sustainability’.

El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) ha llegado a la conclusión de que las actividades humanas son responsables del aumento continuo de la temperatura media global en la superficie del planeta desde la década de 1950.

El nuevo estudio, en el que participaron investigadores del Instituto de Física Atmosférica de la Academia China de Ciencias y climatólogos de Alemania y Reino Unido, demuestra que la influencia humana en el cambio climático se remonta a finales del siglo XIX.

“Es bien sabido que los humanos están impulsando el calentamiento global, pero ¿cuándo comenzó esto?”, apunta Jianping Duan, autor principal de la investigación, quien añade: “Nuestro estudio ha demostrado que la influencia antropogénica en el cambio climático comenzó mucho antes de lo que creíamos anteriormente”.

El cambio climático antropogénico generalmente se central en el aumento de la temperatura del aire en la superficie, lo que genera un calentamiento global y el incremento de los climas extremos.

Duan y sus colegas descubrieron que la amplitud de las fluctuaciones estacionales de la temperatura entre veranos e inviernos ha disminuido ampliamente y que esa tendencia comenzó a finales del siglo XIX.

Los investigadores encontraron que la estacionalidad de las temperaturas había permanecido estable hasta la década de 1860, momento en que se produjeron continuas tendencias descendientes de la diferencia térmica entre invierno y verano en las latitudes medias y altas del hemisferio norte.