La advertencia es omnipresente en todas las estaciones de servicio españolas: prohibido utilizar el teléfono móvil mientras reposta. Este mito sobre el peligro potencial de una explosión provocada por nuestros dispositivos ha perdurado durante décadas, generando temor entre conductores y provocando que muchos guarden celosamente sus teléfonos antes de bajar del vehículo. Sin embargo, la ciencia y los expertos en seguridad llevan años cuestionando la veracidad de esta creencia tan arraigada en nuestra sociedad.
La persistencia de este tipo de prohibiciones nos lleva a reflexionar sobre cuántas precauciones que tomamos a diario están realmente fundamentadas en hechos científicos comprobables. Los carteles que advierten sobre el riesgo de explosión por usar móviles mientras repostamos combustible se han convertido en parte del paisaje habitual de nuestras gasolineras, pero pocas personas conocen el origen de esta prohibición o han presenciado algún incidente real relacionado con teléfonos y combustible. ¿Estamos ante un mito urbano convertido en norma o existe un peligro genuino que justifique esta limitación?
1LOS ORÍGENES DE LA PROHIBICIÓN: ¿PRECAUCIÓN JUSTIFICADA O ALARMA INNECESARIA?
La regulación que prohíbe el uso de teléfonos móviles en estaciones de servicio se remonta a los años 90, cuando estos dispositivos comenzaban a popularizarse entre la población general. Las autoridades, ante la incertidumbre sobre posibles interferencias electrónicas con los surtidores y la falta de estudios concluyentes, optaron por aplicar el principio de precaución y establecer una normativa preventiva. Esta decisión, aunque comprensible en su momento histórico, ha permanecido prácticamente inalterada pese a que la tecnología tanto de móviles como de surtidores ha evolucionado significativamente.
El mito sobre la peligrosidad del móvil en gasolineras se nutrió de varios casos anecdóticos que circularon en cadenas de correos electrónicos y, posteriormente, en redes sociales. Informaciones sin contrastar sobre supuestos incendios o explosiones en diversos puntos del planeta contribuyeron a alimentar esta leyenda urbana. Los rumores se propagaron con tal fuerza que terminaron por consolidarse como una verdad aceptada por gran parte de la sociedad, a pesar de que las investigaciones oficiales nunca han podido confirmar un solo caso documentado donde un teléfono móvil haya sido la causa directa de un incidente con combustible.