¿Cuántas veces hemos pensado que ya no queda nada por descubrir en España? Entre tanta oferta, tantas escapadas y tantos “pueblos con encanto”, parece que el país está cartografiado al milímetro. Pero luego llega la Asociación de Los Pueblos más Bonitos de España y demuestra justo lo contrario, todavía existen rincones capaces de sorprender, emocionar y romper cualquier expectativa. Y lo mejor es que cada año aparecen nuevos nombres en el mapa.
En 2026 se suman cuatro más. Cuatro pueblos que, tras superar un proceso de selección más exigente que muchos castings televisivos, entran a formar parte de la red rural más prestigiosa del país. Lo han hecho con su patrimonio, su historia, su autenticidad y esa capacidad tan difícil de definir pero tan fácil de sentir cuando se pisa un lugar especial.
Alpuente, Oseira, Santa Gadea del Cid y Vilanova dos Infantes son los nuevos protagonistas de esta historia. Pueblos pequeños, sí, pero con una identidad que desborda cualquier tamaño. Y, con su llegada, la red alcanzará los 126 municipios en 2026. Una cifra que no deja de crecer, pero siempre a fuego lento, aquí la cantidad nunca irá por delante de la calidad.
Cuatro nuevas joyas rurales que se ganan su lugar

La XIII Asamblea Nacional, celebrada en Santillana del Mar, fue el escenario del anuncio. Entre debates sobre financiación, vivienda o los desafíos del mundo rural, llegó el momento más esperado, conocer qué pueblos habían logrado superar los más de 40 criterios que exige la carta de calidad. No es una decisión ligera ni rápida. Se audita cada rincón, cada fachada, cada detalle que hace que un pueblo no solo sea bonito, sino que lo siga siendo con el paso del tiempo.
Este año, la selección ha estado especialmente ajustada. Pero finalmente, cuatro nombres brillaron con luz propia. Alpuente (Valencia) entra como el primer municipio valenciano de la red, con su castillo andalusí vigilando la montaña. Oseira (Ourense) destaca gracias a su imponente monasterio cisterciense y ese paisaje que respira calma. Santa Gadea del Cid (Burgos) preserva su trazado medieval y su solemne iglesia-fortaleza. Y Vilanova dos Infantes (Ourense) conquista con su torre medieval y su esencia gallega más pura.
Lo que hace únicos a los pueblos que entran

Alpuente sorprende a cualquiera que llega por primera vez. Su perfil rocoso, su acueducto histórico y su memoria fósil cuentan una historia que mezcla naturaleza y pasado sin necesidad de artificios. Es uno de esos sitios donde el silencio no incomoda, sino que acompaña. Y desde sus miradores, uno entiende por qué la comisión de calidad no dejó pasar la oportunidad de incluirlo.
Oseira, por su parte, impresiona incluso antes de pisar su monasterio. La escala de su arquitectura, la serenidad de los caminos que la rodean y la sensación de estar entrando en otro tiempo hacen que todo cobre un peso distinto. Es un lugar donde cada paso parece tener eco y donde el valle encuadra la piedra como si el paisaje hubiera sido diseñado para eso.
Santa Gadea del Cid mantiene esa solemnidad castellana que no necesita adornos. Sus calles empedradas y sus casas blasonadas cuentan siglos de historia sin levantar la voz. Y desde la iglesia-fortaleza, uno entiende la importancia estratégica que tuvo la villa, y cómo ha logrado conservarse sin perder su esencia.
En Vilanova dos Infantes, la vida parece avanzar a un ritmo diferente. Sus calles de piedra, la Torre da Homenaxe y la tradición de la Virxe do Cristal hacen que todo tenga un aire íntimo, casi recogido. Es un lugar pequeño pero lleno de historias, donde cada esquina parece guardar un secreto del pasado.
Una red que crece, pero sin prisa y con mucha intención

Desde su creación, la red no ha dejado de sumar pueblos. Pero nunca ha sido una cuestión de acumular nombres. De hecho, apenas un 20% de las candidaturas superan la auditoría. Y eso explica por qué los municipios que entran lo celebran como si les hubiese tocado un premio, porque, en cierto modo, lo es. Significa reconocimiento, visibilidad, turismo sostenible y, sobre todo, una oportunidad para proteger lo que los hace únicos.
Con las nuevas incorporaciones, la red alcanzará en 2026 los 126 pueblos. Un número simbólico para quienes recuerdan que todo empezó con solo 14 municipios en 2013. En poco más de una década, el proyecto se ha convertido en un referente dentro y fuera de España, integrándose incluso en la Federación Internacional de los Pueblos más Bonitos del Mundo. Y todo sin perder su esencia, valorar lo auténtico, lo bien conservado y lo que aún tiene alma.
Cada nueva incorporación confirma que el turismo rural tiene todavía mucho que contar. Que sigue habiendo lugares capaces de emocionar, sorprender y recordarnos que España es un país inagotable. Y que, al final, descubrir pueblos bonitos no es solo una afición, es una forma de viajar más despacio, más consciente y más conectada con aquello que realmente importa.







