En nuestra vida cotidiana es frecuente que nos enteremos de cosas o nos sucedan eventos que queremos contar a otra persona. Aunque en función de cada uno puede cambiar el número de destinatarios, al ser algunos más recelosos de los asuntos privados que otros, la ciencia ha demostrado que el cerebro toma las decisiones dentro de un sofisticado proceso.
Un grupo de investigadores ha podido determinar que nuestro cerebro opera como si se tratase de una red social a la hora de decidir quién o quiénes van a ser los destinatarios de nuestros secretos, todo ello tras poner en marcha diferentes mecanismos. Por lo tanto, no se trata de algo que suceda por azar, sino que es mucho más complejo.
EL CEREBRO SELECCIONA A QUIÉN CONTAR UN SECRETO

Una investigación realizada por estudiantes de la Universidad de Brown, en Estados Unidos, ha analizado el funcionamiento de nuestro cerebro a la hora de determinar a quién contar un secreto o tema delicado que conocemos y que nos afecta a nosotros u otras personas.
El estudio, que ha sido publicado en la revista Nature Human Behaviour, revela que cuando una persona decide contar un secreto a otra, el cerebro pone en marcha una serie de mecanismos similares al algoritmo de una red social, para decidir con quién compartirlo.
De esta forma, este órgano se encarga de construir un mapa mental de las relaciones sociales del individuo antes de tomar una decisión. Con él, la persona es capaz de evaluar en cuestión de apenas unos segundos las causas y consecuencias de contárselo a una persona u otro, e incluso realiza predicciones.
Con toda esta información, elige a aquella que forma parte de un círculo en el que tiene confianza y que piensa que será capaz de guardarle el secreto. Además, el cerebro es capaz de filtrar a las personas, valorando aspectos como la popularidad de esa persona o si la persona protagonista y receptora del mensaje son afines la una con la otra o están alejadas entre ellas.
MAPEO COGNITIVO DEL CEREBRO

Más allá de conocer que el cerebro tiene una sorprendente capacidad para identificar amistades antes de hablar, ahora sabemos que, en el momento de elegir a las personas a las que contar el secreto, el cerebro realiza un mapeo cognitivo basado en recuerdos del día a día.
Esto implica que, de una forma automática, tiene en cuenta diferentes variables como quién vio a quién, quién habló con quién, etcétera, de forma que se genera un mapa del secreto en cuestión, antes de tomar una decisión del destinatario del mismo.
Lo más llamativo de este estudio es que la propia persona realmente no tiene nada que hacer al respecto, y a que el propio cerebro se encarga de hacer las conexiones pertinentes. Se trata de una habilidad inherente al ser humano por ser seres sociales y no es necesario su entrenamiento, como sí sucede con otras habilidades.
Los autores del estudio recalcan que su funcionamiento es similar al algoritmo en el que se basan las redes sociales como Instagram o TikTok, pues utiliza elementos como la popularidad o las conexiones entre usuarios para elegir el contenido que se debe mostrar.
EVALUANDO EL FUNCIONAMIENTO DEL CEREBRO ANTE LOS RUMORES

Los autores del estudio se encontraron con unos resultados clarificadores al evaluar el desempeño del cerebro a la hora de seleccionar las personas a las que contar sus secretos. Los participantes evitaban hacer comentarios a cualquier persona cercana al protagonista del cotilleo, especialmente si eran personas populares.
Sin embargo, sí mostraban más confianza en aquellas personas alejadas, aunque sin que les importara que fueran influyentes, ya que en este caso había pocas probabilidades de ser descubiertos. En una segunda fase del estudio participaron un total de 200 estudiantes de primer año de la Universidad de Brown.
En este caso, para comprobar el alcance de un rumo, los investigadores les pidieron que contaran quiénes eran sus amigos dentro de su residencia y que valuasen la probabilidad de que el rumor se acabase extendiendo. El resultado fue el mismo que en la primera fase del estudio.
Se pudo demostrar que los participantes optaban por elegir personas alejadas del protagonista del rumor, sin que fuese relevante su influencia social, al no existir temor de que fuesen descubiertos. Lo que se ha concluido es que, cuanto más alejada está la persona de la protagonista del cotilleo y más influyente es, más posibilidades hay que el secreto se extienda, pero no se revele la identidad de quien lo ha contado inicialmente.
CÓMO AFECTA A NUESTRO CEREBRO GUARDAR SECRETOS

Después de conocer cómo cambia la concentración del cerebro con la edad y el funcionamiento de este órgano a la hora de determinar a quién contar los secretos, también hay que saber cómo afecta al cerebro guardar secretos.
Guardar secretos para uno mismo afecta de forma negativa al cerebro, puesto que consume grandes cantidades de energía. Un estudio de la Universidad de Columbia publicó un estudio en el que demostró que evitar contar un secreto puede ser negativo para la salud de una persona.
No solo por la energía que puede consumir el estar evaluando constantemente lo que se puede o no decir, cómo hacerlo y frente a quién, sino por los diferentes conflictos que puede originar a nivel personal. No contar algo que se necesita decir, puede acabar por provocar ansiedad, aislamiento social e incluso síntomas de depresión.
Al guardar un secreto, se consume energía, lo que lleva a que la persona tenga menos capacidad de reacción por la fatiga y desconcentración. De igual modo, estas personas también pueden llegar a perder la resiliencia emocional que les permita resolver problemas y es habitual que se sientan irritables con mayor asiduidad.
Diferentes estudios también apuntan a que no contar secretos puede derivar en indecisión y problemas para comunicarse, pero también afectar negativamente en la calidad de descanso, un factor que no hace más que aumentar los niveles de estrés.
Además, la relevancia del secreto es la que determina la rapidez y la gravedad de los efectos que pueda tener en el cerebro de esa persona al no compartir esa información con los demás.







