Un secreto que ha cargado consigo Juan Carlos I desde aquel Jueves Santo de 1956 y que ahora, por fin, decide contar con sus propias palabras. Hay momentos en la vida que marcan para siempre. Para el emérito, uno de esos momentos llegó un Jueves Santo de 1956, cuando tenía apenas 18 años. Ese día perdió a su hermano menor Alfonso en un trágico accidente con una pistola. Durante casi setenta años, el exmonarca había guardado silencio sobre lo ocurrido. Hasta ahora. En sus memorias 'Reconciliación', que acaban de publicarse en Francia, Juan Carlos I decide afrontar este capítulo.
Juan Carlos expresaría que: "No me gustaba hablar de ello, y esta es la primera vez que lo hago". Así se lo dice a su biógrafa Laurence Debray en las páginas del libro. Es significativo que elija abordar este tema en los primeros capítulos, como queriendo pasar pronto por el trance más doloroso. Sus palabras transmitirían el peso de tres décadas de silencio: "No teníamos ni idea de que quedaba una bala en la recámara […] Se disparó un tiro al aire, la bala rebotó y alcanzó a mi hermano en plena frente. Murió en brazos de nuestro padre".

El dolor seguiría muy presente en el emérito y así lo expresa en ‘Reconciliación’: "Hubo un antes y un después. Todavía me cuesta hablar de ello, y pienso en ello a diario… Lo echo de menos; desearía poder tenerlo a mi lado y hablar con él. Perdí a un amigo, a un confidente. Me dejó un vacío inmenso. Sin su muerte, mi vida habría sido menos oscura, menos infeliz".
Los hechos ocurrieron el 29 de marzo de 1956, Jueves Santo
Juan Carlos I, al que entonces llamaban Juanito, estaba de vacaciones en la casa familiar de Estoril. Había llegado desde la Academia Militar de Zaragoza donde estudiaba. La familia completa había ido a misa y, al regresar, Juan y Alfonso subieron al despacho de don Juan. La pistola era una Long Automatic Star de calibre 22 que le habían regalado en la Academia. Según cuenta el rey, ninguno de los dos sabía que quedaba "una bala en la recámara". El arma estaba cargada, pero ellos lo ignoraban.
El disparo alertó a los padres. María de las Mercedes y Juan de Borbón corrieron hacia la habitación cuando escucharon el ruido del arma. Cuando llegaron al lugar, Alfonso yacía en el suelo, cubierto de sangre. Sobre este suceso han circulado todo tipo de versiones a lo largo de las décadas. Luis María Ansón, periodista experto en la Casa Real, dio su propia versión hace unos años en una entrevista para El Español.
Según Ansón, "A don Juan Carlos le regalaron una pistola en la Academia. Era Semana Santa. Don Juan Carlos llega a Estoril. En la tarde del domingo, empieza a disparar a los árboles en el jardín de Villa Giralda. Don Juan lo escucha y le dice: 'No puedes hacer eso. Imagínate que se te va un tiro y hieres o matas a alguien. Imagínate que se te desvía el tiro y le das a tu hermano. Dame la pistola'. La guarda en un sifonier". El periodista aseguraba, en ese entonces, que esta versión se la había contado el propio don Juan en varias ocasiones.
El papel de la condesa de Barcelona
La versión de Ansón incluye un detalle especialmente interesante: "Don Juan Carlos acude a su madre: 'Mamá, por favor, había quedado con Víctor Manuel [de Saboya] para disparar en Cascais'. La madre: 'A mí no me importaría, pero tu padre la tiene guardada bajo llave'. Respuesta de don Juanito: 'Mamá, papá se echa la siesta y guarda la llave en el bolsillo derecho del pantalón'. La madre coge la pistola y se la da".

Según este relato, fue la propia condesa de Barcelona quien entregó el arma a su hijo. Algo que, según Ansón, la llevó a culparse durante años y que incluso contribuyó a que comenzara a abusar del alcohol para ahogar sus recuerdos. Ansón continúa describiendo lo que sucedió después: "’Alfonsito, estoy muerto de hambre, baja y sube unos bocadillos de tortilla’, dice don Juan Carlos. Cuando Alfonsito regresa e intenta entrar, don Juan Carlos le da una patada a la puerta para impedirlo. Así dos o tres veces. Alfonsito entra en tromba. A don Juan Carlos, que tenía esa pistola de salón y un suave gatillo en la mano, se le dispara el arma. El tiro le entra por la frente".
Sea cual sea la versión exacta de los hechos, lo cierto es que Alfonso murió casi instantáneamente. Juan Carlos insiste en que su hermano "murió en brazos de nuestro padre". Alfonso fue enterrado el 2 de abril de 1956 en Cascais. Antes del funeral, la infanta Margarita, hermana de ambos, recogió flores silvestres y las colocó entre las manos de su hermano favorito.







