El universo musical de Rosalía no ha parado de crecer desde que apareció en la escena. Cuando se presentó a España y el mundo con aquel, 'Los Ángeles' de 2017 era una voz prometedora, pero la revolución que generó su segundo disco, 'El Mal Querer', dejó claro que estábamos frente a una de las fuerzas creativas más importantes del nuevo pop español. Tomando el flamenco y distorsionando a su imagen y semejanza a base de beats electrónicos su segundo disco es un clásico moderno del pop español, y su 'Moto Mami' es la prueba de que cuando quiera es capaz de aglutinar un disco de hits pop para las radios y Spotify, y eso sin sacrificar su idiosincrasia.
'Lux' es una criatura diferente. Es pop, sí, pero entendido como lo entiende Björk, que aparece en 'Berghain', Kate Bush o Lilly Allen. El objetivo no es colar una o dos canciones en el top 40, es apostar por la trascendencia, tan olvidada en la música en tiempos de Tik Tok, además de intentar tener una conversación con lo divino, pero sin dejar lo terrenal de lado. Escuchando 'Lux' es difícil saber si Rosalía quiere ser Dios, quiere adorar a Dios o si se quiere follar a Dios, pero lo cierto es que su acercamiento a lo divino va de la mano con el pecado y con lo terrenal, y con el deseo de entender qué papel juega uno en el plan del otro.

Es que no parece probable que tras semanas intentando rescatarla para el catolicismo en el Opus Dei estén felices. En la fe de Rosalía entra tanto Cristo como el profeta musulmana Rabia al Adawiya, o el artista intergénero Yves Tumor. Ha dicho que en una entrevista con El País que está buscando una fé post religiosa, y este objetivo es evidente en el disco: dar forma propia a su relación con Dios, y todo desde la perspectiva femenina.
No todo es religión: 'La Perla' es un tema de despecho en toda regla en clave de ranchera y 'La Rumba del Perdón' narra varias historias dolorosas al mismo tiempo. Se suma 'De Madrugá' una composición de la era de 'El Mal Querer' aquí rescatada que rompe con el resto de la estética del disco, pero que funciona como feroz punto medio del viaje de Rosalía por sí misma.
VIOLINES, PALMAS Y SINTETIZADORES
Ya unos días antes del lanzamiento, la barcelonesa avisaba que si 'Moto Mami' era un disco minimalista, 'Lux' era maximalista. Lo cierto es que se hace evidente con una instrumentación que bebe más de piezas orquestales que de sonidos urbanos, y una producción que subraya sobre todo el sonido de las cuerdas en las canciones, aunque no deja por fuera las palmas flamencas de sus dos primeros discos, ni las excursiones electrónicas de buena parte de los sencillos que ha lanzado entre ambos.
Allí está el cierre electrónico de 'Reliquia' o de 'Berghain', o el arreglo sintético de 'Divinize'. También están las palmas de 'De Madrugá' o 'La Rumba del perdón', e incluso hay una combinación de caja flamenca con guiños al piano del merengue en 'Dios es un Stalker', quizás la canción que mejor conecta las ideas terrenales y divinas de la catalana.
Es un sonido muy propio, como casi siempre, que no recuerda a muchas figuras del pop reciente. Las comparaciones son odiosas, pero cuando los artistas anglosajones están simplificando las canciones y las letras para tiempos de Tik Tok hay algo de contracultural en la complejidad lírica y musical del disco de Rosalía. Que el público haga lo que quiera con él, pero no es común conseguir un trabajo tan valiente y radical dentro del pop, es el camino abierto por el maximalismo de Charli XCX o 1000 Gecs en su hiperpop, pero seguido con violines y rezos en vez de una laptop.
ROSALÍA QUIERE JUGAR CON LOS INMORTALES
En el último tema del disco, 'Magnolias', Rosalía imagina su propio funeral, con flores, chocolate y baile, y solo pide a Dios y los presentes que la recuerden a ella, su nombre y sus canciones. Lo cierto es que ella tiene tiempo creando clásicos, pero en este disco además deja su nombre en la lista de revolucionarios del pop junto a Madonna, Lady Gaga, David Bowie, Björk o Kate Bush.
Si Dios creó al mundo en 7 días Rosalía ha creado el suyo en estos 4 discos, y cabe todo: Lo divino, lo terrenal, el perreo, la ópera, el flamenco, la electrónica, el amor, el odio y el pecado. España tiene suerte de tenerla, y el mundo tiene la suerte de escucharla.









