Comprar casas okupadas se convierte en uno de los mercados más rentables y peligrosos de España

Comprar casas okupadas ya no es un tabú, sino un negocio que gana terreno en el mercado inmobiliario español. Promete rentabilidades altas, pero también riesgos legales, morales y económicos que pocos están dispuestos a asumir.

¿Comprar casas okupadas?, seguro que esto no se le hubiese ocurrido a nadie, sobre todo a los que conocen de cerca el tema, más que todo por la complejidad del mismo. Aunque suene a locura, es una tendencia que está creciendo en España y que muchos inversores están aprovechando para hacer negocio. Con los precios de la vivienda disparados y el acceso a la compra cada vez más complicado, algunos ven en estas propiedades una oportunidad única para multiplicar su dinero, y muchos se preguntan cómo. Pero, como todo lo que promete grandes beneficios, también tiene su cara oscura.

El auge de este mercado ha sido tan rápido que ya representa cerca del 3 % de las viviendas en venta del país, según los principales portales inmobiliarios. En algunas zonas, especialmente en Cataluña, Comunidad Valenciana o Madrid, hay verdaderas “subastas” de casas okupadas, donde el precio se ajusta tanto que resulta difícil resistirse, tal y como se espera, dada la situación real de la vivienda. Sin embargo, quienes se lanzan a esta aventura saben que no todo es tan fácil como parece.

Porque, detrás de cada chollo inmobiliario, hay un proceso legal complejo, meses de espera y una buena dosis de incertidumbre. Aun así, para muchos, la rentabilidad compensa los riesgos. Y es que, en un mercado donde todo sube menos los sueldos, los okupas se han convertido (paradójicamente) en parte del nuevo negocio de la vivienda.

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Casas okupadas: el negocio donde pocos se atreven a entrar

Casas okupadas: el negocio donde pocos se atreven a entrar
Las venden a precios muy por debajo del mercado. Fuente: Agencias

El funcionamiento es bastante simple además, tanto que te sorprenderías, los propietarios desesperados por no poder recuperar sus viviendas las venden a precios muy por debajo del mercado, y los inversores las compran con la intención de negociar la salida de los okupas o esperar a que la justicia actúe, que de acuerdo a la implementación de las nuevas leyes antiokupas, debería ser un proceso bastante rápido. Algunos logran duplicar el valor de su inversión una vez que la casa queda libre y reformada.

Pero no todo es tan rápido ni tan rentable como suena. El proceso legal puede alargarse durante meses o incluso años, y en ese tiempo el propietario no puede acceder al inmueble. Aun así, hay quienes han hecho de este modelo un negocio estable, apostando por la paciencia y la estrategia, comprar barato, negociar con respeto y vender en el momento justo. El problema, claro, es que el margen entre ganar mucho y perderlo todo es más estrecho de lo que parece, termina convirtiéndose en una “lotería”.

El precio de la paciencia: burocracia, juicios y nervios

El precio de la paciencia: burocracia, juicios y nervios
Los desalojos en España pueden tardar hasta 20 meses. Fuente: Agencias

Pero, como siempre hay uno de estos en las buenas historias, el verdadero reto de comprar una casa okupada no está en el dinero, sino en el tiempo. Los desalojos en España pueden tardar hasta 20 meses, dependiendo del juzgado y la comunidad autónoma. Durante ese periodo, el comprador sigue pagando impuestos, comunidad y, en algunos casos, reparaciones por los daños causados en la vivienda.

Muchos de estos compradores ni siquiera pueden ver el interior de la casa antes de adquirirla. Compran “a ciegas”, confiando en fotografías antiguas o en la palabra de terceros. Y cuando por fin logran entrar, el panorama puede ser muy distinto al esperado, vamos que se trata un poco de tentar a la suerte. Algunos inmuebles están en condiciones aceptables, pero otros requieren obras costosas que reducen drásticamente la rentabilidad. La paciencia, más que el dinero, es la verdadera inversión en este tipo de operaciones.

Entre la oportunidad y el dilema moral

Entre la oportunidad y el dilema moral
Han surgido plataformas dedicadas exclusivamente a comprar y revender viviendas okupadas. Fuente: Agencias

Más allá del aspecto económico, este fenómeno plantea una reflexión social, pero sobre todo ética. ¿Es justo lucrarse con la desesperación ajena? Para algunos, sí, argumentan que están recuperando un patrimonio abandonado y devolviendo al mercado viviendas que, de otro modo, seguirían bloqueadas. Para otros, representa un síntoma preocupante de la desigualdad (que siempre ha existido en el terreno inmobiliario) y la falta de soluciones habitacionales en España.

Lo cierto es que las empresas especializadas en este tipo de operaciones no paran de crecer. En los últimos años han surgido plataformas dedicadas exclusivamente a comprar y revender viviendas okupadas, muchas de ellas prometiendo rapidez y discreción, sí has leído bien. Mientras tanto, el Gobierno sigue buscando fórmulas para equilibrar el derecho a la vivienda con la protección de la propiedad privada. En medio de ese debate, los inversores (los más beneficiados siempre) siguen haciendo números… y el mercado continúa expandiéndose.

En definitiva, el negocio de las casas okupadas refleja la realidad de un país (que se quiere esconder) donde la vivienda se ha convertido en un bien cada vez más inaccesible, bastante preciado y, a la vez, en una fuente inagotable de oportunidades para quienes saben arriesgar. Es rentable, sí, pero también imprevisible y, en ocasiones, moralmente ambiguo. Quizás por eso fascina tanto.

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Al final, hay que recordar que cada casa okupada cuenta dos historias, la de quien la perdió y la de quien la vio como una oportunidad. Y entre ambas, se mueve un mercado tan incierto como irresistible, donde el valor no solo se mide en euros… sino en paciencia, estrategia y nervios de acero, porque la incertidumbre no te abandona hasta el momento en el que puedes acceder a la vivienda.

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