Desde el pasado día 16 hasta el próximo sábado 26 de octubre, el tradicional barrio de Lavapiés en Madrid celebra la 15ª edición de Tapapiés, un festival multicultural de tapas y música que provoca que cientos de personas se acerquen a los más de 100 bares y restaurantes adheridos al mismo.
Se trata de una ruta organizada por la Asociación de Comerciantes de Lavapiés, en colaboración directa con el Ayuntamiento de Madrid y con el patrocinio de cervezas El Águila. Un año más podemos encontrar en ella, además de la oferta de un botellín o caña junto a una tapa por 3,5 euros en cada establecimiento (o solo la tapa por 2,5 euros), una serie de conciertos, pasacalles y espectáculos gratuitos en las plazas y calles de Lavapiés.
Tapapiés ha crecido exponencialmente con el paso de los años, llegando a contar en esta ocasión con 18 bandas nacionales e internacionales se dan cita en el barrio madrileño, junto a ocho batucadas y charangas, así como cuatro espectáculos infantiles. Un jurado profesional premiará las mejores tapas con un montante total de 3.800 euros, e incluso el festival ha preparado una canción oficial del acontecimiento.
Y, pese a todo lo bien que pinta sobre el papel, la edición de este año 2025 vuelve a demostrar que Tapapiés solo está siendo beneficioso para unos pocos, puesto que los vecinos no han tardado en volver a mostrar su descontento con la organización de la iniciativa. Desde Antón Martín y Tirso de Molina hasta la Glorieta de Embajadores, la zona se ha convertido en un escenario de basura, descontrol, masificación e inseguridad tras el primer fin de semana.

Tapapiés atrae más masificación y decadencia al barrio de Lavapiés
Tapapiés es reflejo de la decadencia y masificación insoportable de Madrid. Cuando empezó era una ruta de tapas como hay miles por toda España, no veías a mucha más gente de lo normal en el barrio. Ahora es otro 'evento al que hay que ir', colapsadísimo de gente", comenta Raúl sobre lo que se está viviendo estos días en la zona.
"Lo del sábado no lo había visto nunca. Volvía con el coche y toda la calle Ave María, incluida la carretera, llena de gente. Intentaban apartarse metiéndose hacia la acera, pero había tal número de personas que ni siquiera podían echarse a un lado. Un infierno", le cuenta al diario Qué! Miguel Ángel, un vecino de toda la vida de Lavapiés. "Salgo del teatro y el olor a meados en Lavapiés es insoportable. Qué asco", menciona Rosa en la entrada del Valle-Inclán.
Resulta habitual que los vecinos no puedan hacer vida normal durante esta época del año. Organizaciones como la Asociación Vecinal La Corrala han denunciado la situación, explicando que no hacen más que toparse con gente bebiendo, orinando y vomitando, además de generarse una sensación de inseguridad que "no invita a bajar a la calle".
"En Tapapiés no hay leyes ni organización. Si se prevé semejante acumulación de gente, lo mínimo es instalar baños extra para neutralizar un poco la mierda. Y la Policía se inhibe absolutamente de cualquier responsabilidad. Una maravilla", espeta Julio. "Justo en mi portal, entre dos coches, 12 chicas meando. El río de orín era enorme y la peste, horrorosa", reza un mensaje recibido por la Plataforma Barrio Lavapiés.
El ruido, los residuos y los conflictos son el pan de cada día con Tapapiés, aunque la situación supera los límites sobre todo en los días de fin de semana. La calle Argumosa, que conecta la Plaza de Lavapiés con la Ronda de Atocha, es el mejor ejemplo estos días de cantidad ingente de personas, botellines encima de los coches aparcados y perturbación para unos vecinos que ya no solo se ven empujados a no salir por el barrio estos días, sino que no pueden descansar siquiera adecuadamente en sus domicilios.
Los vecinos huimos de Tapapiés, no es nuestra fiesta. Es una invasión del barrio, un macrobotellón al estilo parque temático en que están transformando el centro de Madrid
Visi, vecina del barrio de Lavapiés
"A los vecinos no nos sirve para nada. Para tener que ir con el carrito de mi hijo por la carretera, para tener que sacar a mi perro a hacer pis al árbol de enfrente y subir a casa para que no se corte con los vidrios o chupe basura, para no poder dar un paseo tranquilo, para llenar el barrio de gente y basura…. Lavapiés es para los de fuera, no para los que llevamos aquí toda la vida", se queja una vecina del barrio.
"Los vecinos huimos, no es nuestra fiesta. Es una invasión del barrio, un macrobotellón al estilo parque temático en que están transformando el centro de Madrid. El barrio necesita otras cosas, no más ruido y suciedad", apunta Visi, otra de las presentes. Sin embargo, la respuesta vecinal de momento es tibia, con solo alguna cacerolada aislada en modo de protesta.
Quejas desde 2019
Lo cierto es que las críticas y protestas vienen sucediendo desde hace ya bastantes años. Por ejemplo, en 2019 se llevó a cabo una iniciativa pidiendo la prohibición de Tapapiés con carteles y pegatinas con el eslogan "Tapapiés explota", en referencia a que, además de gentrificar el barrio, los días de la ruta no se respetaban los derechos laborales de muchos trabajadores de la hostelería de los locales de Lavapiés.

De hecho, algunos establecimientos, como el bar de tapas 'La Tragona', se opuso a participar en Tapapiés, sumándose a las protestas que denominaban el evento como "Matapiés" y denunciando los "diez días de trabajo inhumano para gran parte de la gente que trabaja en la hostelería en el barrio".
Sobre esta 15ª edición en concreto, las plataformas de vecinos nos cuentan que pretenden que sea la última y que harán los esfuerzos necesarios para eliminarla o, al menos, presionar para que se lleve a cabo con una mejor organización y control.