La tradición de las campanadas es un ritual sagrado en España, pero la Nochevieja de 1990 la convirtió en un caos televisivo. Aquella noche, Televisión Española protagonizó un fallo histórico que todavía se recuerda, pues una de las retransmisiones más caóticas de la historia dejó a millones de personas sin poder cumplir la tradición. ¿Cómo pudo suceder algo así en el momento más esperado del año y quién pagó las consecuencias de aquel desastre inolvidable?
Ese error en la retransmisión de Fin de Año se transformó en un recuerdo imborrable para toda una generación. El fallo en las campanadas más recordado de la televisión española no solo provocó una avalancha de quejas, sino que se convirtió en una leyenda urbana que vio cómo una cineasta de prestigio era señalada por el error. La historia detrás de aquel momento es casi tan fascinante como el propio fiasco que se vivió en millones de hogares.
¿QUÉ PASÓ EXACTAMENTE AQUELLA NOCHEVIEJA?
La expectación era máxima en la Puerta del Sol, como cada 31 de diciembre. Los presentadores de TVE, Matías Prats y Marisa Naranjo, estaban listos para guiar a todo el país en el rito de las uvas, pero ellos no tenían control sobre la realización técnica de la emisión. Su papel dependía de una coordinación que, sin que nadie lo sospechara, estaba a punto de fallar estrepitosamente, marcando un antes y un después en la historia de la televisión.
Mientras la bola del reloj bajaba, un error fatal se produjo en la unidad móvil. La persona encargada de la realización confundió el sonido de los cuartos, que preceden a las doce, con el inicio de las doce campanadas que marcan la entrada del nuevo año. El desfase fue de apenas unos segundos, pero suficiente para sembrar el desconcierto y arruinar el momento más simbólico para millones de espectadores que seguían la emisión.
EL CAOS EN LOS HOGARES ESPAÑOLES
El desconcierto en la Puerta del Sol se trasladó al instante a todos los rincones de España. El caos por unas campanadas fallidas provocó que la confusión se apoderara de los salones, donde familias enteras se atragantaron intentando seguir un ritmo inexistente. Gritos, risas nerviosas y miradas de incredulidad se mezclaron con el sonido de unos cuartos que muchos tomaron por el comienzo de la cuenta atrás definitiva.
Al día siguiente, el tema de conversación era uno solo en toda España. Las llamadas telefónicas entre familiares y amigos para comentar la jugada se sucedieron durante horas, convirtiendo el error en la anécdota principal de la noche y un tema de conversación que unió al país entre risas y lamentos. La anécdota de las campanadas de 1990 se había convertido ya en parte del folclore popular, una herida cómica en la memoria colectiva nacional.
LA FIGURA SEÑALADA: PILAR MIRÓ
Detrás de aquel error histórico había un nombre de enorme peso en la cultura española: Pilar Miró. La aclamada directora de cine, entonces directora general de RTVE, decidió asumir personalmente la realización del evento en un gesto que buscaba prestigio y que terminó en un desastre mediático. Su decisión de bajar a la unidad móvil para dirigir la emisión la colocó en el epicentro de la polémica que estallaría minutos después.
El fallo convirtió a Miró en la cara visible del fracaso. Fue señalada como la responsable de unas campanadas desastrosas y la presión mediática y pública fue inmensa, hasta el punto de que el clamor popular fue tan grande que la directora fue apartada de futuras retransmisiones de este calibre. Aquella Nochevieja no solo arruinó la tradición a millones de personas, sino que también dejó una marca imborrable en la carrera de una de las cineastas más importantes del país.
LA VERSIÓN DE LOS PROTAGONISTAS
Los presentadores vivieron el caos en primera línea y con una impotencia absoluta. Tanto Marisa Naranjo como Matías Prats explicaron años después que desde su posición en el balcón no podían escuchar bien las campanadas y confiaban ciegamente en las indicaciones del equipo de realización, pero los presentadores solo podían narrar lo que veían y no tenían forma de corregir el fallo técnico que se producía en la unidad móvil. Fueron meros espectadores de un desastre anunciado.
Por su parte, Pilar Miró asumió la responsabilidad del fallo en las campanadas de ese año, aunque siempre consideró que la reacción fue desproporcionada. En las pocas ocasiones que habló del tema, la directora de cine defendió que fue un error humano magnificado por la enorme expectación que rodea el momento de las uvas. Para ella, fue un accidente desafortunado que se sacó de quicio, pero que la acompañó para siempre como una sombra en su brillante trayectoria.
UN ERROR QUE SE CONVIRTIÓ EN HISTORIA DE LA TELEVISIÓN
Aquel fiasco sirvió, al menos, como lección para el futuro de las retransmisiones de Fin de Año. El fantasma de aquellas campanadas provocó que desde entonces las cadenas extremen las precauciones con múltiples ensayos y sistemas de sonido redundantes. Hoy, los presentadores reciben una señal de audio clara y directa del reloj, todo gracias al error que evidenció la fragilidad de la emisión en directo más importante del año en España.
Aquellas famosas campanadas de 1990 se han integrado en el imaginario colectivo español como un momento tragicómico. El fallo humanizó la televisión y demostró que hasta el evento más solemne puede convertirse en una comedia nacional inolvidable. Lo que empezó como un desastre monumental terminó fortaleciendo la propia tradición, recordándonos que, a veces, son las imperfecciones las que construyen los recuerdos más perdurables y queridos de nuestra historia.