El colesterol es uno de esos enemigos que no hacen ruido, un fantasma que se instala en nuestro cuerpo sin que nos demos cuenta hasta que es demasiado tarde. Pero, ¿y si te dijera que tu organismo te envía señales de socorro con meses de antelación? Pues así es, y lo más curioso es que una señal temprana en tus pies puede advertirte del peligro inminente. Presta atención, porque lo que te voy a contar puede cambiarlo todo.
Mucha gente ignora las pequeñas molestias, achacándolas al cansancio o a la edad, sin saber que su cuerpo les está hablando. El problema con el colesterol es que susurra antes de gritar, y ese aviso previo es la clave para evitar un desenlace fatal, porque ese aviso corporal llega mucho antes de un colapso vascular. La advertencia está ahí, esperando a que alguien por fin la escuche antes de que las arterias digan basta.
¿POR QUÉ MIRAR HACIA ABAJO? LA CONEXIÓN INVISIBLE
Esa cifra elevada de colesterol que aparece en tus analíticas no es solo un número abstracto, tiene consecuencias físicas muy reales y palpables. Piensa que la acumulación de grasa estrecha las arterias de las piernas y los pies, formando una especie de barrera que dificulta el paso de la sangre. Es un proceso lento, progresivo y devastador que convierte tus vasos sanguíneos en caminos cada vez más angostos.
Cuando el flujo sanguíneo se reduce, los tejidos y músculos de tus piernas y pies dejan de recibir el oxígeno y los nutrientes que necesitan para funcionar correctamente. De repente, la falta de un flujo sanguíneo adecuado provoca los primeros síntomas, que son el primer capítulo de una historia que no quieres que se desarrolle. Esa señal en tus pies es el prólogo de un problema mucho mayor.
EL DOLOR QUE CAMINA CONTIGO: LA PRIMERA ALERTA

Imagina esta escena: sales a caminar y, de repente, sientes una especie de calambre o un dolor agudo en las pantorrillas, los muslos o incluso la cadera. Te detienes un momento para descansar y, como por arte de magia, el dolor desaparece. Pues bien, un dolor agudo al caminar que desaparece con el reposo es el síntoma más común. No es una simple fatiga, es una llamada de auxilio.
Este fenómeno, conocido como claudicación intermitente, es la forma que tiene tu cuerpo de decirte que algo no va bien con tus niveles de grasa en sangre. Durante el ejercicio, tus músculos demandan más oxígeno del que tus arterias obstruidas pueden suministrarle, y de ahí viene la queja, porque el músculo te está pidiendo a gritos un oxígeno que no le llega. Es la señal inequívoca de que tus arterias están empezando a colapsar.
CUANDO TUS PIES SE QUEDAN FRÍOS: OTROS SÍNTOMAS A VIGILAR

¿Notas que tus pies están helados incluso cuando la temperatura ambiente es agradable? No lo subestimes, ya que podría ser otra pista. Un flujo sanguíneo deficiente hace que la temperatura de tus extremidades descienda notablemente, ya que la temperatura de tus pies puede ser un termómetro de tu salud arterial. La piel también puede cambiar, volviéndose más pálida, brillante o incluso adquiriendo un tono azulado.
Además de la temperatura, fíjate en otros detalles que tu cuerpo te envía. La falta de riego sanguíneo puede provocar que pequeñas heridas o úlceras en los pies tarden una eternidad en curar, o que el vello de las piernas y las uñas de los pies crezcan mucho más despacio. Créeme cuando te digo que una pequeña herida que no cicatriza bien es una bandera roja que ondea justo delante de tus ojos.
EL TIEMPO CORRE EN TU CONTRA: ¿DE VERDAD SON 6 MESES?

La idea de que el cuerpo avisa seis meses antes es una forma de ilustrar que este proceso no ocurre de la noche a la mañana. El colesterol lleva meses, incluso años, acumulándose en tus arterias sin dar la cara, porque los síntomas aparecen cuando la obstrucción arterial ya es considerable, a menudo por encima del 60 %. Ese aviso en los pies es la señal de que el problema ha alcanzado una fase crítica.
Por eso es tan importante no menospreciar ninguna de estas advertencias. Cada día que ignoras ese dolor al caminar o esa frialdad en los pies es un día que le regalas al problema para que se haga más grande. No se trata de un plazo exacto, sino de una ventana de oportunidad, porque el cuerpo te da un margen de maniobra que no deberías desperdiciar.
MÁS ALLÁ DE LOS PIES: UN CAMBIO DE RUMBO ES POSIBLE
Si reconoces alguna de estas señales, el siguiente paso es sencillo pero fundamental: acudir a tu médico de cabecera. No te autodiagnostiques ni busques soluciones milagrosas en internet, ya que un simple chequeo médico puede confirmar las sospechas y poner en marcha un plan. Con pruebas sencillas, como la palpación de los pulsos pedios o un eco-doppler, se puede evaluar el estado de tu circulación.
La buena noticia es que tienes un enorme poder para cambiar el rumbo de la situación. Un diagnóstico a tiempo, combinado con cambios en la dieta, algo de ejercicio regular y la medicación adecuada si es necesaria, puede frenar el avance del problema. Al final, tomar el control de tu estilo de vida es la mejor arma contra este enemigo silencioso llamado colesterol