La miel en el té es un gesto casi universal, un remedio casero que pasa de generación en generación buscando alivio o un toque de dulzura. Sin embargo, la apicultora y nutricionista Teresa Giner (47) nos advierte de que echar la miel en el té hirviendo es inútil y peligroso, una afirmación que desmonta una de nuestras costumbres más arraigadas. ¿Y si llevamos toda la vida desperdiciando las propiedades de este oro líquido?
Esta experta en el mundo de las abejas insiste en que no es una simple manía, sino una cuestión de pura bioquímica. Su argumento es rotundo, ya que las altas temperaturas destruyen las enzimas y propiedades beneficiosas de este alimento milenario, convirtiéndolo en poco más que un simple edulcorante sin sus codiciadas virtudes medicinales. La clave, como desvela, no está en el qué, sino en el cuándo.
¿UN GESTO INOCENTE? EL ERROR QUE TODOS COMETEMOS
Ese acto casi automático de verter una cucharada de néctar dorado en la taza humeante esconde un error fundamental que muy pocos conocen. El choque térmico es tan brutal para este delicado producto que, según Teresa Giner, el gesto anula gran parte del poder curativo que buscamos en él, transformando un superalimento en un simple endulzante. Es un detalle que cambia por completo la forma de entender su consumo.
Lo hacemos con la mejor intención, buscando calmar una garganta irritada o simplemente por el placer de su sabor único. Pero la realidad, como confirma la apicultora, es tozuda, puesto que las propiedades antibacterianas y antiinflamatorias se evaporan con el calor extremo, dejándonos con el sabor, pero sin la magia. "La miel en el té hirviendo es inútil y peligroso", repite Giner para que el mensaje cale.
LA CIENCIA DETRÁS DEL NÉCTAR: ¿QUÉ SE PIERDE REALMENTE?

En el corazón de sus bondades se encuentran unas enzimas vitales como la invertasa o la glucosa oxidasa, responsables de muchos de sus efectos saludables. Sin embargo, son tremendamente sensibles a la temperatura, dado que estas proteínas beneficiosas se desnaturalizan y pierden su eficacia por encima de los 45-50ºC, un umbral que el agua hirviendo supera con creces. Es como quemar un tesoro biológico sin siquiera darnos cuenta.
Pero eso no es todo, ya que uno de sus grandes secretos es su capacidad para generar peróxido de hidrógeno, un potente agente antibacteriano. Este proceso se ve truncado por el calor, pues esa capacidad para combatir infecciones queda completamente inhibida a altas temperaturas, como subraya Teresa Giner. Estamos, literalmente, desactivando su principal mecanismo de defensa justo antes de consumirlo.
EL MOMENTO JUSTO: EL SECRETO PARA APROVECHAR SUS BENEFICIOS
El truco es tan sencillo como contraintuitivo: la paciencia. La recomendación de Teresa Giner es clara y directa, ya que el consejo es esperar a que la infusión esté a una temperatura a la que se pueda beber cómodamente, que suele rondar los 40 grados. Solo en ese momento sus propiedades se mantendrán intactas y podrán ejercer su efecto beneficioso en nuestro organismo sin problema.
Olvídate del termómetro, porque el método casero es infalible y mucho más práctico para el día a día. Simplemente acerca la taza a tus labios y, cuando el calor te permita beber sin quemarte, ese será el instante perfecto para añadir el producto de las abejas. Es un pequeño cambio de hábito que marca una diferencia abismal en el aprovechamiento real de este manjar de la colmena.
NO TODAS SON IGUALES: EL MITO DE LA MIEL DEL SUPERMERCADO

Muchas de las opciones que encontramos en los grandes supermercados han sido sometidas a procesos de pasteurización para mejorar su aspecto y conservación. Aunque parezcan perfectas, la mayoría de estas mieles procesadas ya han perdido gran parte de sus enzimas en el proceso industrial, por lo que el debate sobre la temperatura del té casi pierde sentido. "La miel en el té hirviendo es inútil y peligroso", pero una miel pasteurizada ya ha perdido la batalla.
Por eso, los expertos como Teresa Giner siempre recomiendan optar por una versión cruda y, a poder ser, de productores locales. Este tipo de producto apícola no ha sido calentado ni filtrado en exceso, de modo que la miel cruda conserva intacto todo su perfil nutricional y terapéutico original, ofreciendo una experiencia y unos beneficios que las industriales simplemente no pueden igualar. Es la auténtica esencia de la colmena.
MÁS ALLÁ DEL TÉ: OTRAS FORMAS DE DISFRUTARLA SIN ESTRAGOS
Explorar su uso en frío es una de las mejores maneras de rendirle homenaje y aprovechar todo lo que nos ofrece. Según Teresa Giner, incorporarla en yogures, tostadas, ensaladas o batidos garantiza que consumimos el alimento en su estado óptimo, con todas sus enzimas y compuestos bioactivos listos para actuar. Es una forma deliciosa de redescubrir su potencial sin interferencias.
Al final, se trata de entender y respetar la naturaleza de un producto tan especial como la miel. Cada cucharada es el resultado del trabajo incansable de miles de abejas, un esfuerzo que merece ser valorado. Aprender a consumirla correctamente no es solo una cuestión de salud, ya que supone también un gesto de aprecio hacia este regalo que nos brinda la naturaleza, un tesoro que hemos de proteger desde la colmena hasta nuestra mesa.