La Red Eléctrica ha informado recientemente que durante las últimas dos semanas, el sistema ha registrado variaciones bruscas de tensión que han encendido todas las alarmas dentro de Red Eléctrica de España (REE). El organismo ha lanzado una petición formal y urgente a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC). El objetivo es aprobar medidas temporales para blindar la red ante la posibilidad de un nuevo colapso. La sensación de déjà vu se hace presente y la pregunta es: ¿Podría volver a ocurrir un mega apagón? Aparentemente, la respuesta es SÍ.
El miércoles de la semana pasada, la CNMC hizo público un documento que ha puesto en alerta a todo el país. Red Eléctrica de España, el operador que vela por la estabilidad de nuestro suministro eléctrico, ha elevado una señal de alarma. La red peninsular había sufrido “variaciones bruscas de tensión” en los catorce días previos. Esto, por sí solo, podría sonar a tecnicismo, pero en líneas generales, ¡estaríamos a punto de un nuevo mega apagón!
Estas no serían fluctuaciones normales. El propio REE advirtió a los reguladores sobre el potencial peligro. En su comunicación, detalló que estas oscilaciones, “aun estando siempre las tensiones dentro de los márgenes establecidos, potencialmente pueden desencadenar desconexiones de demanda y/o generación que terminen desestabilizando el sistema eléctrico”. Traducido a un lenguaje más entendible, son el tipo de fallos que, si se encadenan, pueden llevar a que se caiga la luz.
¿Cuál fue la petición de REE ante este panorama? Han solicitado a la CNMC la aprobación urgente, “de manera temporal y excepcional”, de varios procedimientos de operación. El gestor eléctrico afirmó que estas incidencias podrían tener un “impacto en la seguridad del suministro si no existen cambios”. Ahora estaríamos en una carrera contrarreloj. La CNMC, por su parte, ha abierto un trámite de audiencia pública para valorar estas medidas, que estará abierto hasta el 15 de octubre.
¿Por qué la red nos está mostrando esta debilidad ahora?

Para entender lo que está pasando, hay que mirar a las causas que señalan los informes, y lo haremos de una forma entendible. Red Eléctrica relaciona estas variaciones recientes con “cambios bruscos de programa, en particular, de la generación renovable”. Esto significa que la producción de energías como la solar y la eólica puede sufrir altibajos muy repentinos. Un día muy ventoso o una nube que tapa el sol de forma masiva pueden generar picos imprevistos que derivarían en fluctuaciones bruscas que alteren nuestro sistema eléctrico.
A esto se suma otro problema: “el tiempo de respuesta de la generación proveedora de control dinámico de tensión”. Es decir, las otras fuentes de energía que deberían compensar esos vaivenes no están reaccionando con la suficiente rapidez. La evolución que ha tenido el sistema en los últimos años “ha provocado que ahora comiencen a aparecer estas dinámicas”, admite el operador eléctrico.
Ahora bien, hay dos factores clave en esta ecuación. Por un lado, el “crecimiento significativo de las instalaciones conectadas mediante electrónica de potencia” y su “alta concentración en determinados puntos”. Estas instalaciones, que incluyen grandes parques renovables, pero también la innumerable cantidad de placas solares de autoconsumo, pueden “modificar su potencia en muy pocos segundos”. El operador indica un dato curioso e interesante y es que puede observar las instalaciones de pequeña potencia, por lo que no puede anticipar su comportamiento. Vuela parcialmente a ciegas.
El fantasma del mega apagón de abril estaría más presente de lo que creemos

Cualquier mención a inestabilidad en la red eléctrica española evoca el recuerdo del 28 de abril. Fue una jornada que quedó marcada a fuego. El corte, calificado como el más grave en Europa en dos décadas, paralizó el transporte, cortó comunicaciones y sumió en la oscuridad y angustia a ciudades de España y Portugal. Fue un cero eléctrico que sirvió de wake-up call para el país.
Tanto el informe del Gobierno español de junio como el panel de expertos europeos concluyeron lo mismo. La causa fue un fenómeno de “sobretensiones en cascada”. ¿Qué significa esto? Es un efecto dominó. Una sobretensión inicial provoca la desconexión de una central o grupo de generación. Esa desconexión genera un nuevo y mayor pico de voltaje en el resto de la red, que desconecta más generación.
El Ministerio para la Transición Ecológica ya lo explicó en su informe de julio: “la causa última del cero eléctrico peninsular del pasado 28 de abril fue un fenómeno de sobretensiones en forma de reacción en cadena en el que tensiones elevadas provocan desconexiones de generación, lo cual provoca a su vez nuevos incrementos en la tensión y con ello nuevas desconexiones, y así sucesivamente”. Las variaciones bruscas de tensión que REE reporta ahora son, precisamente, el caldo de cultivo donde puede iniciarse este tipo de reacción.
Frente a este riesgo, Red Eléctrica pide ajustes rápidos. Soluciones técnicas y temporales diseñadas para ganar tiempo mientras se desarrolla un protocolo más sólido que evite un mega apagón. Entre las medidas propuestas se incluyen modificaciones de las restricciones técnicas. Una de las acciones es obligar a los grupos de generación programados a reservar toda su capacidad disponible para los mercados de balance. En la práctica, esto significa que las centrales no podrían reducir su reserva de potencia en los mercados intradiarios, teniendo siempre un colchón listo para actuar si la tensión se desvía.
También se contempla un endurecimiento del control sobre el servicio de control de tensión. Red Eléctrica quiere incrementar en un 90% el requisito de muestras en situación de cumplimiento. Esto se traduce en una vigilancia mucho más estricta y frecuente. La CNMC ha acordado someter estos cambios a consulta hasta el 15 de octubre. Si se aprueban, tendrían una duración inicial de 30 días naturales, con la opción de una prórroga máxima de 15 días más. Parece un parche, pero uno necesario.