La verdadera historia de Curro, la mascota de la Expo: el oscuro secreto que esconde el pájaro de los pies de elefante

Detrás de la sonrisa de la mascota más famosa de España se esconde una historia de controversias y decisiones inexplicables. La elección de su diseño, lejos de ser un camino de rosas, estuvo plagada de polémicas que pusieron en jaque a la organización.

La verdadera historia de Curro, la mascota de la Expo del 92, no es tan blanca y amable como su apariencia. Aquel pájaro sonriente, que se convirtió en un icono para toda una generación, nació envuelto en una serie de polémicas que hoy, más de tres décadas después, siguen generando preguntas incómodas. Bajo su apariencia deliberadamente ingenua, el símbolo de la Exposición Universal escondía una batalla de egos y decisiones de diseño muy cuestionadas que pocos recuerdan. ¿Fue realmente una elección inocente o había algo más?

Pocos saben que la designación del personaje de 1992 no fue un proceso pacífico, sino un concurso cargado de tensión. Detrás de la selección de aquel pájaro de aspecto singular, se movieron hilos que afectaron a algunos de los artistas más importantes de España, provocando un considerable revuelo en el mundo del diseño. Lejos de la imagen de unidad que proyectaba el evento, la elección de la mascota de la Expo generó un profundo malestar entre los creadores nacionales que vieron cómo se prefería una propuesta extranjera de forma controvertida.

¿UN PÁJARO NACIDO DE UNA SOMBRA AJENA?

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El creador de Curro fue el diseñador checo-alemán Heinz Edelmann, un genio del grafismo conocido mundialmente por su trabajo como director de arte en la película de los Beatles "El Submarino Amarillo". Su elección fue un bombazo, pero también una sorpresa mayúscula que sentó bastante mal en casa. En la competición final quedaron propuestas de grandes como Antonio Mingote y Miguel Calatayud, cuyo descontento fue notorio al sentirse relegados por un diseño tan rupturista y ajeno a la cultura andaluza.

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La controversia no se quedó ahí, ya que las críticas arreciaron desde diversos frentes, con voces que señalaban un supuesto plagio o, como mínimo, una "inspiración" demasiado evidente en otras creaciones previas del propio Edelmann. Aunque nunca se formalizó una denuncia, la sombra de la duda sobrevoló al simpático pájaro. Aquella elección dejó una herida abierta, pues la organización de la Expo 92 fue acusada de violar las bases del propio concurso para favorecer al artista internacional, un escándalo que el humorista Mingote no dudó en denunciar públicamente.

EL MISTERIO DE SUS PIES DE ELEFANTE

La explicación oficial siempre fue funcional: esas rotundas bases le daban estabilidad al personaje, tanto en su versión de peluche como en los disfraces a tamaño real que debían moverse por el recinto de la Cartuja. Sin embargo, en los círculos del diseño de la época, la historia era otra. Se comentaba que la desproporción de las patas de elefante era en realidad una firma de su creador, una especie de broma visual de Heinz Edelmann para romper con cualquier canon establecido y marcar su territorio creativo.

Pero hay interpretaciones que van mucho más allá de una simple decisión estética y se adentran en un terreno más simbólico y turbio. Algunos analistas culturales de la época sugirieron que los pies de Curro eran una metáfora. Mientras su cabeza y su cresta representaban las ideas, el ingenio y la capacidad de "volar", sus pies anclados a la tierra simbolizaban las enormes deudas y la corrupción que lastraron el proyecto de la Expo, una crítica velada incrustada en el corazón del mayor símbolo del evento.

LA CRESTA ARCOÍRIS: ¿UN MENSAJE CIFRADO?

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La versión oficial defendía que cada color de la cresta representaba a los continentes que participarían en la Exposición Universal, un mensaje de concordia y globalización muy acorde con el espíritu del 92. El propio Edelmann explicó que el arcoíris simbolizaba el ingenio humano y la unión de las culturas. Una explicación impecable que, sin embargo, no convenció a todo el mundo, pues el diseño psicodélico de la mascota recordaba inevitablemente a la estética de "El Submarino Amarillo", lo que para muchos demostraba más una repetición de estilo que un profundo significado simbólico.

Las teorías alternativas no tardaron en surgir, algunas bastante sorprendentes. Se llegó a especular con que la elección de esos colores y su disposición no era casual, sino un guiño a ciertos patrocinadores o incluso un mensaje político oculto en un momento de grandes cambios en Europa. Para muchos, aquella explosión de color en la cabeza de Curro era una declaración de intenciones de la modernidad que España quería proyectar al mundo, rompiendo deliberadamente con la imagen tradicionalista y folclórica que se esperaba de un evento celebrado en Sevilla.

EL RECHAZO INICIAL: EL PATITO FEO DE SEVILLA

Cuando el diseño de Curro se desveló en el periódico Diario 16, la acogida fue, siendo suaves, gélida. La ciudadanía y la prensa no entendían a aquel pájaro extraño, de estética posmoderna, que poco o nada tenía que ver con la tradición sevillana o andaluza. Las críticas fueron feroces, y durante semanas, el personaje creado por Edelmann fue objeto de burlas y considerado un diseño feo y ajeno, lo que provocó una auténtica crisis de imagen para la organización de la Expo.

El cambio de percepción no fue casual, sino el resultado de una estudiada campaña de marketing y de un elemento clave: su paso a las tres dimensiones. El Curro estático del papel no tenía nada que ver con el muñeco risueño y saltarín que luego conquistaría a todos. Fue entonces cuando el patito feo se convirtió en cisne, pero aquel giro de guion no fue espontáneo, la popularidad final de la mascota fue una victoria de la inversión publicitaria sobre el controvertido diseño original, una operación para transformar el rechazo inicial en un fenómeno de masas.

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EL LEGADO PERTURBADOR DE UN ICONO POP

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Con el paso de los años, Curro ha trascendido su papel original para convertirse en un lienzo sobre el que muchos artistas han proyectado visiones alternativas y, a menudo, críticas. Han surgido versiones de todo tipo, desde un Curro represaliado y herido hasta un Godzilla que destroza la ciudad, reflejando el lado menos amable de lo que supuso la Expo 92. Este fenómeno demuestra que, bajo su piel de personaje infantil, el icono de la Expo siempre ha poseído una esencia irónica y desafiante que ha permitido estas relecturas.

Aquel pájaro con pies de elefante se ha consolidado como una figura inmortal en la memoria colectiva, un embajador de un año que lo cambió todo. Pero su historia nos recuerda que incluso los símbolos más alegres pueden nacer de la controversia y esconder significados que se escapan a simple vista. A pesar de su éxito, Curro sigue siendo un recordatorio de que las grandes celebraciones a menudo se construyen sobre secretos y polémicas silenciadas, dejando un legado tan brillante y colorido como extrañamente perturbador.

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