¿Planeas subir al Teide en tus próximas vacaciones? Pues ve tomando nota, a partir de 2026, visitar el pico más alto de España no será igual. Nuevas tarifas, reservas obligatorias, lanzaderas y un estricto control de acceso marcarán una nueva era en el Parque Nacional más visitado del país. En el 2026 entran en vigencia una serie de cambios que ya venían anunciándose con antelación, entre ellos la famosa “ecotasa”, y que muchos no creyeron nunca se haría efectiva.
El Cabildo de Tenerife acaba de perfilar lo que será la primera ecotasa de Canarias, una medida que busca proteger un entorno único, patrimonio natural y orgullo de los tinerfeños. Pero más allá de las cifras y las normas, hay una pregunta clave: ¿cómo afectará esto a los visitantes?¿Cuál será el destino proveniente del cobro de la ecotasa? ¿Se han estudiado las consecuencias?
Una ecotasa para cuidar el corazón de Tenerife

El Teide no es solo un volcán: es el símbolo de toda una isla. Sin embargo, con más de 4 millones de visitantes al año, su equilibrio ambiental se tambaleaba. Por eso, el Cabildo ha decidido tomar cartas en el asunto: a partir de 2026 se aplicará una ecotasa de hasta 25 euros para acceder a algunos de sus senderos más emblemáticos, como el nº10 “Telesforo Bravo” y el nº7 “Montaña Blanca-Rambleta”.
La presidenta insular, Rosa Dávila, lo resume así: “El Teide no solo es un símbolo de nuestra identidad, es un patrimonio que debemos cuidar con responsabilidad”. Y lo cierto es que la medida no solo pretende recaudar, sino ordenar el turismo y preservar un ecosistema frágil y único.
¿Quién pagará y cuánto?
- Los residentes de Tenerife: gratis.
- Los residentes canarios: entre 3 y 6 euros, según el sendero y el día.
- Los no residentes: entre 10 y 25 euros, dependiendo del recorrido y si van con guía o no.
Si planeas tu visita, revisa primero la plataforma Tenerife ON, donde se gestionarán los permisos y reservas. Te evitarás sorpresas y multas (que pueden llegar hasta los 600 euros por incumplimiento).
Reservas, lanzaderas y aforos: así será la nueva experiencia

Adiós a las visitas improvisadas. Subir al Teide exigirá una reserva previa obligatoria, un aforo limitado y, en algunos casos, el uso de lanzaderas en lugar del coche privado. El objetivo: reducir el impacto del tráfico y proteger el entorno.
Para el sendero Telesforo Bravo, el acceso se limitará a 300 personas al día, con un máximo de 50 por tramo horario. Además, hasta un 80 % de los permisos de madrugada estarán reservados para quienes pernocten en el Refugio de Altavista, fomentando así un turismo más sostenible y pausado.
Los visitantes deberán ir equipados con ropa de abrigo, calzado de montaña, agua, protección solar, linterna y manta térmica. Nada de zapatillas urbanas ni improvisación: el Teide no perdona el despiste.
La App Tenerife ON no solo sirve para pedir permisos; también ofrece información en tiempo real sobre senderos, meteorología y consejos de seguridad.
Un paso hacia el turismo responsable (y el futuro del Teide)

Más que un cobro, esta ecotasa simboliza un cambio de mentalidad. El Teide se convertirá en un modelo de turismo responsable, donde la conservación pesa tanto como la experiencia del visitante.
Las normas no acaban en el dinero: se incorporarán nuevos guías ambientales, control de aparcamientos, restricciones para rodajes y pruebas deportivas, y un refuerzo de la seguridad con más agentes y técnicos especializados.
La medida llega tras un aumento récord de visitantes tras la pandemia (de 3,5 a más de 5 millones al año), lo que ha puesto en riesgo la estabilidad del parque. En palabras de Dávila, “la evolución no es sostenible; debemos ordenar las visitas para garantizar el futuro del Teide”.
Así que si sueñas con ver el amanecer o el atardecer desde la cima, reserva con semanas de antelación. Los tramos más demandados (06:00–09:00 y 18:00–22:00 h) se agotan rápido, y pronto serán un lujo muy limitado.
La nueva etapa del Teide no es una barrera, sino una invitación: a visitar con respeto, con tiempo y con conciencia. Subir al volcán más alto de España será, desde 2026, una experiencia más controlada, pero también más auténtica.
Porque, al final, lo que vale no es solo alcanzar la cima, sino preservar el camino para quienes vengan después. Y si eso implica una pequeña aportación, quizás sea el precio justo por mantener viva la magia de este lugar único.