Los pequeños creadores de moda en España han comenzado a alzar la voz contra lo que consideran un abuso sistemático, la apropiación de sus diseños por parte de Shein. Joyeros, artesanos y diseñadores independientes denuncian que el gigante chino de la moda rápida no solo replica sus piezas más icónicas, sino que en ocasiones llega incluso a utilizar sus propias fotografías de campaña para comercializar productos de baja calidad a precios irrisorios.
Una práctica que, según los afectados, no solo erosiona su economía, sino también la confianza de los consumidores, que muchas veces desconocen si están comprando un original o una copia. La batalla legal, sin embargo, se complica por la asimetría de fuerzas. Los emprendedores deben enfrentarse a un entramado internacional en el que demostrar la autoría y reclamar daños resulta lento, costoso y, en muchos casos, insuficiente.
En este contexto, las redes sociales han emergido como el gran altavoz de quienes, sin apenas recursos, buscan defender su trabajo y alertar al público sobre estas prácticas. El debate ya no se limita al terreno creativo, pone sobre la mesa un problema estructural que cuestiona la falta de protección efectiva frente a los gigantes del ultra fast fashion.
Diseñadores españoles denuncian el robo de sus creaciones por parte del gigante chino

Cada vez más marcas independientes acusan a Shein de apropiarse de sus diseños sin autorización y no solo en España, ya en Estados Unidos se ha vivido la experiencia. Joyeros y artesanos españoles aseguran que la multinacional no solo copia sus piezas más reconocibles, sino que también llega a utilizar sus propias imágenes promocionales para vender réplicas de dudosa calidad.
El impacto evidentemente es inmediato, productos originales que antes sostenían sus negocios ven cómo las ventas se desploman ante la avalancha de copias baratas que confunden al consumidor. Los afectados señalan que detrás de cada joya o accesorio hay horas de trabajo artesanal, inversión en materiales y campañas de marketing que Shein aprovecha a coste cero.
Y todos estos recursos materiales y humanos se van al traste cuando el gigante chino enciende la maquina copiadora. Para muchos, esta práctica representa una doble estafa, a los creadores, que ven vulnerados sus derechos, y a los clientes, que adquieren piezas creyendo que son auténticas cuando en realidad se trata de imitaciones.
El plagio masivo y la falta de protección legal dejan en jaque a los emprendedores de la moda

La legislación europea ofrece mecanismos para proteger la propiedad intelectual, pero en la práctica resultan insuficientes cuando se trata de enfrentarse a corporaciones con sede fuera de la Unión Europea, una posición que el gigante Shein ha sabido aprovechar. Los diseñadores aseguran que registrar un diseño supone un gasto elevado y un proceso lento, que en muchos casos no frena a plataformas que lanzan miles de artículos nuevos cada día.
Ante esta realidad, los pequeños negocios se ven atrapados en un laberinto jurídico que desgasta más que protege. Todo lo anterior hace que la asimetría se haga más evidente, mientras las grandes plataformas operan con flexibilidad desde Asia, los emprendedores deben cumplir estrictas normas de publicidad, calidad y fiscalidad en Europa, donde se encuentran totalmente desprotegidos.
Esta brecha normativa deja en desventaja a quienes intentan competir con honestidad, pequeños empresarios españoles, obligándolos a gastar en abogados o notarios para, en el mejor de los casos, conseguir que se retire un producto copiado. Un escenario que amenaza con desincentivar la creatividad y debilitar aún más al tejido empresarial local. Y las consecuencias de esta situación empiezan a sentirse, cada vez más pequeños negocios cerrados, lo que se traduce en más desempleo.
Las redes sociales se convierten en la principal arma contra las copias de la ‘ultra fast fashion’

Ante la falta de recursos legales efectivos para los pequeños empresarios españoles y la falta de apoyo institucional, muchos creadores han encontrado en Instagram y TikTok un altavoz clave para denunciar estas prácticas, y es que al final el poder de la difusión puede llegar a ser más efectiva que el poder de una plataforma de ventas online como Shein. Vídeos en los que muestran pruebas del plagio acumulan miles de visualizaciones y generan un efecto inmediato de solidaridad entre usuarios que comparten y difunden el mensaje.
Este fenómeno que viene desarrollándose en las redes sociales, no solo expone públicamente a Shein, sino que también permite a las marcas reforzar su relación con clientes que valoran la autenticidad y apoyan a los pequeños negocios. Las publicaciones que se han hecho virales han demostrado ser, en algunos casos, más eficaces que un burofax.
El escándalo público obliga a la multinacional a retirar los productos cuestionados (algo que no ha sucedido, por cierto) y pone el foco en el debate sobre la necesidad de mayor regulación. Para muchos emprendedores, las redes son hoy el único espacio donde pueden equilibrar mínimamente la balanza frente a un gigante que mueve miles de millones y que, sin esta visibilidad, seguiría operando con total impunidad.