Con más de 380.000 hectáreas de superficie quemadas en 2025, el año actual ya se ha convertido en uno de los más trágicos para España en cuanto a incendios se refiere. Se estima que las pérdidas económicas por las llamas sea de más de 1.000 millones de euros, y las cifras no paran de ascender puesto que, tras una semana de infierno, aún existen varios focos descontrolados, sobre todo en zonas de Castilla y León y Galicia.
Con todavía un mes de verano por delante y calor y tormentas secas en el horizonte, estos lugares del noroeste peninsular continúan en alerta por un fuego al que muchos buscan encontrar explicación. Con más de una treintena de detenidos y un centenar de investigados, es cierto que la mayoría de incendios son causados por el hombre, pero esto no significa hayan sido incendios intencionados. Si bien los fuegos naturales son escasos en comparación, también son pocos los provocados a propósito. La mayoría son por imprudencias; solo un pequeño porcentaje responde a actos de vandalismo o a actos pirómanos.
Una gran parte de incendios se produce por quemas agrícolas y ganaderas mal gestionadas o limpiezas de rastrojos y métodos de uso tradicional del territorio. También merece la pena apuntar a las competencias de las comunidades autónomas. No mantener las brigadas todo el año, no hacer prevención en invierno, no tratar los montes y reforestar teniendo en cuenta el cambio climático, subcontratar los servicios y tener a los trabajadores en condiciones precarias, olvidarse del medio rural… Son solo algunas de las razones que explican la gravedad alcanzada por estos sucesos.
Cuando a todo ello se le suma la emergencia climática y el abandono rural, se crea un escenario idóneo para la proliferación de las llamas. Y es que existen factores importantísimos, como el cambio climático, que afectan directamente a la velocidad de propagación y a la complicación de las labores de extinción de las llamas. Y, sin embargo, multitud de personas apuntan hacia teorías de la conspiración relacionadas sobre intereses de los poderosos tras los focos de fuego, negando inmediatamente la influencia de la emergencia climática, cuando incluso ambas cosas pueden convivir en este asunto.

Existen distintos debates. Si antes un pirómano provocaba un incendio, las condiciones del paisaje hacían que este incendio no avanzase como ahora, y es a eso a lo que se refieren los expertos que apuntan al cambio climático. Que sea provocado o no por el hombre, es otra cuestión; lo indiscutible es que las variaciones en el clima crean un caldo de cultivo propicio para el avance del fuego.
Por qué esas zonas de Galicia y Castilla y León son propicias para los incendios
Es lo que intenta explicar Francisco M. Azcárate, un docente en Ecología, Biología y Ciencias Ambientales de la Universidad Autónoma de Madrid. «No, no es para construir aerogeneradores, tampoco por ninguna de las teorías conspiranoicas que estamos leyendo. La explicación es más compleja… y menos cómoda para quienes buscan respuestas simples«, asegura.
El profesor cuenta que la zona encaja a la perfección con ecosistemas que, de forma natural, tienen alta frecuencia de incendios importantes, al disponer de estaciones lluviosas de alta productividad y acumulación de biomasa y estaciones secas con vegetación seca muy inflamable. La comarca tiene suelos ácidos y poco fértiles que favorecen comunidades vegetales más flamables debido a la composición de los tejidos de las plantas que crecen en estos ambientes, y la orografía también influye: relieve abrupto que dificulta el acceso de medios de extinción y vientos erráticos y fuertes que cambian la dirección de las llamas.
«Pero el clima, la orografía y el suelo no lo explican todo», apunta Azcárate. «En las últimas décadas, el paisaje ha cambiado mucho, de mosaicos abiertos y pastoreados a masas forestales cerradas. Una de las causas de este cambio es el marcadísimo proceso de abandono rural, con pérdida de la ganadería extensiva y de otros usos humanos que mantenían un paisaje más abierto y menos combustible».
El fuego seguirá formando parte de la realidad, y cada vez lo será más por la influencia del cambio climático
Francisco M. Azcárate, docente en Ecología, Biología y Ciencias Ambientales
«Por otro lado, la gestión del territorio ha estado muy influida por la visión que ensalzaba el ‘clímax forestal’, y que entendía como degradados los estados no arbolados. Se primó la forestación en continuo, sin ser consciente de sus riesgos. Y todo esto ocurre en un contexto de cambio climático que alarga la temporada de riesgo y aumenta las temperaturas extremas«, continúa.

Según el docente, debemos aceptar que el fuego seguirá formando parte de la realidad, y que cada vez lo será más por la influencia del cambio climático. Para él, la prioridad es reducir su impacto y adaptarnos, en lugar de buscar «culpables fáciles». «En tertulias y redes proliferan todólogos y expertos que presentan su receta simplista para acabar con los incendios, desde las penas ejemplares a la manida limpieza de los montes, aderezado todo con la demagogia partidista de los de siempre», sentencia, haciendo un llamamiento a una mayor gestión del paisaje, más pastoreo adaptativo, prevención activa y educación de la convivencia con el fuego.
Conspiraciones que van desde proyectos urbanísticos a parques eólicos o minería
Pero lo cierto es que, pese a este tipo de explicaciones, existen multitud de teorías de la conspiración en la sociedad tras una semana de grandes incendios activos. Una de las habituales habla de los proyectos urbanísticos, aunque hay que decir que la Ley de Montes, en su artículo 50 de la Ley 43/2003, prohíbe expresamente el cambio de uso forestal de terrenos incendiados durante al menos 30 años. De hecho, la reforma de 2006 reforzó esta prohibición, solo permitiendo una recalificación si ya estaba aprobada antes o si se contemplan «razones imperiosas de interés público de primer orden»
La conspiración también la está alimentando personalidades conocidas, como Iker Jiménez. El presentador de Horizonte y Cuarto Milenio ha publicado un vídeo en su perfil de X en el que parece desechar cualquier tipo de explicación científica. «Emergencia climática, ¿qué significa? ¿Me lo podéis contar? El clima siempre está cambiando, cambia más ahora. Muy bien. Evidencias científicas, bla bla», comenta, restando importancia para ir al punto que le interesa. «¿Qué pretenden? ¿Por qué en ciertos lugares? ¿Por qué al mismo tiempo en ocasiones? ¿Qué pasa con esos terrenos? ¿Qué hay detrás? ¿Qué tiene que ver esto con la emergencia climática? Esta es la gran cuestión y por eso el desconcierto», continúa.
«Intentan amedrentar, pero no por cuidar o llevarnos hacia el bien en una tragedia así, sino, como en otras tragedias, para vender un eslogan, que nadie haga nada. ¿Cómo que hace falta el ejército? No, no, no hace falta más ejército», dice, en referencia a una polémica que ha tenido estos días sobre si son necesarios más efectivos militares aparte de la UME en los incendios. «El asunto es que ya ocurrió esto en otras tragedias. Se movilizan de la misma manera y luego algunos intelectuales quieren la palmadita en la espalda, que se les vea un poco, defendiendo lo indefendible», termina el presentador.

En este contexto, aparecen muchas voces que van más allá y señalan a la construcción de parques eólicos que esperan la evaluación ambiental e incluso a proyectos de minería, solo por el hecho de que zonas cercanas a los fuegos son propicias para estos intereses. Pese a todo, la instalación de molinos eólicos no implica el cambio de uso del suelo.
Otros llegan a acusar hasta a los bomberos. «Gran parte de los incendios son provocados por los mismos que los apagan, para que no falte trabajo», se puede leer estos días en redes sociales, y la verdad es que en los últimos días conocimos un caso que da alas a quienes opinan de esta manera. Según ha informado la Guardia Civil de Ávila, Jaro, un hombre de 55 años que cada verano se dedica a trabajar como apagafuegos, provocó un incendio forestal durante la noche del 28 de julio en el Valle del Tiétar por «intereses laborales», al no haber sido reclamado por la empresa este año.
Por último, muchos conspiranoicos aseguran que incluso la falta de medios para mitigar los incendios es intencionada de cara dejar que se quemen zonas en las que, supuestamente, tienen intereses distintos actores empresariales o políticos.