Esa sensación casi paranormal de abrir los ojos justo antes de que suene la alarma del móvil es una experiencia tan común como desconcertante. Te quedas mirando el techo, en el silencio de la madrugada, esperando esa melodía que ya no te sorprenderá. Lo que quizás no sepas es que no es casualidad, telepatía ni un superpoder recién adquirido, ya que tu cuerpo tiene un reloj interno increíblemente preciso que aprende tus hábitos. Este fenómeno, lejos de ser un misterio, es una de las demostraciones más fascinantes de cómo nuestra biología ancestral sigue funcionando a la perfección en un mundo dominado por la tecnología y los horarios impuestos.
Este despertar anticipado es, en realidad, un mecanismo de defensa de tu propio organismo. Una especie de protocolo de seguridad biológico que se activa para protegerte del sobresalto. Este fenómeno tiene una explicación científica fascinante, pues el organismo se anticipa a la alarma liberando hormonas para despertarte suavemente y evitar el choque que supone pasar del sueño profundo a la vigilia de forma abrupta. Así que la próxima vez que te pase, no pienses que es una simple coincidencia; es tu cuerpo diciéndote que te conoce mejor de lo que crees y que prefiere hacer las cosas a su manera, con calma.
2EL DIRECTOR DE ORQUESTA QUE VIVE EN TU CEREBRO

Para entender cómo es posible esta proeza, tenemos que viajar al centro de nuestro cerebro. Allí, en el hipotálamo, se encuentra una pequeña estructura del tamaño de un grano de arroz llamada núcleo supraquiasmático (NSQ). Este es el gran director de orquesta de nuestro cuerpo, el reloj maestro que sincroniza a todos los demás relojes secundarios que existen en nuestras células. Aunque no lo veamos, este pequeño grupo de neuronas en el hipotálamo regula los ritmos circadianos, que son los cambios físicos y mentales que experimentamos en un ciclo de 24 horas y que afectan a todo, desde el sueño hasta el hambre.
Este reloj maestro se pone en hora principalmente a través de la luz que perciben nuestros ojos. Cuando hay luz, le dice al cuerpo que es hora de estar activo. Cuando llega la oscuridad, le indica que es momento de descansar. El problema es que en el mundo moderno hemos introducido un elemento artificial: la hora fija de la alarma de nuestro móvil. El núcleo supraquiasmático, que es muy listo, aprende esta nueva señal. Entiende que cada día, a las 7:00, por ejemplo, se produce un evento estresante. Y como buen director, prepara a la orquesta para que la sinfonía del despertar suene afinada y no con un platillazo.