Miguel Induráin no fue un ‘caníbal’ como Merckx, ni un ‘caimán’ como Hinault. Tal vez sí un maestro de la crono como Anquetil. Este 2025 se cumplen 30 años del quinto Tour de Francia de Induráin (Villava, 61 años). El español fue el único ciclista de la historia y del selecto ‘club de los 5’ que los logró de manera consecutiva.
Los titulares buscaron la etiqueta. «Miguelón», «El Extraterrestre», pero el campeón navarro, el mejor ciclista español de la historia, también era humano, como las leyendas citadas. Eso sí, más discreto y silencioso que todos ellos. Nunca se comió a nadie; es más, dejó fama de generoso, y su palmarés ahí está: 5 Tour de Francia, 2 Giros y campeón mundial y olímpico contrarreloj, además de innumerables victorias que le colocan quinto en el ránking de la historia.
Miguel Induráin logró su histórico quinto Tour de Francia en 1995
En la séptima etapa del Tour de Francia de 95, la víspera de una crono de 54 kilómetros ideal para él, explotó la carrera en las Ardenas valonas camino de Lieja. Ese día, la fama de conservador y poco ambicioso quedó aparcada ante una maniobra excelsa.
«Aunque me costó muchísimo ganar todos los Tours, el más emocionante fue el primero. Entrar vestido de amarillo en los Campos Elíseos resulta impresionante«, decía en su día Miguel Induráin.

«Antes llegué triunfal con Perico, pero él de jefe y yo de ayudante. Cuando los focos te apuntan, verte de vencedor en París se convierte en la realidad que sueña todo ciclista desde chaval. La primera vez es la más ilusionante, en la que descubres una cosa en cada etapa, aunque quizá en ese momento disfrutes menos. Con los años pillas el truco, sabes cómo moverte dentro y fuera de la carretera. Para 1995 estaba más experimentado y resabiado», recordaba hace unos años al diario AS.
Miguel Indurain tenía 31 años cuando ganó su quinto Tour de Francia. Su triunfo el 23 de julio de 1995 le convertía en el mejor ciclista español de todos los tiempos e igualaba la marca de otras leyendas como Jacques Anquetil, Eddy Merck y Bernard Hinault. Pero él era el único que lo había conseguido de forma consecutiva. Tanto la prensa española como la francesa se rindieron a sus pies. Había nacido para pedalear.
El navarro recordaba en El País la gesta hace cinco años, cuando se cumplían 25, con una naturalidad notoria. «Si casi no me acuerdo de lo que hice ayer, imagine hace 25 años». Bajo un sol abrasador, Indurain se mostraba igual de cómodo, como cuando controlaba la carrera en los Pirineos o los Alpes.
Cinco Tours seguidos, más que nadie nunca en la historia del ciclismo
1995 tenía para Miguel Induráin el sabor de un año histórico. Esto, porque podía establecer una nueva frontera. Cinco tours seguidos. El camino previo hasta Francia estuvo trufado con victorias en la Rioja, Midi Libre y Dauphiné. «Aquel año me costó coger la forma, pero cuando la cogí, marché muy bien». Me gustaba ir de líder, recuerda el pentacampeón del Tour de Francia.
Curiosamente, la victoria del quinto Tour no comenzó a fraguarse en una crono individual, como en tres de los anteriores. Sino de víspera. El 8 de julio se disputaba la séptima etapa, Charleroi-Lieja, de 203 kilómetros. Los últimos 120 transcurrían por el mismo trazado que la Lieja-Bastoña-Lieja, con nueve pequeñas cotas. Hacía un calor infernal.
El maillot amarillo estuvo en varias manos hasta que llegó la contrarreloj. Induráin una vez más arrasó, se puso líder y nadie más fue capaz de arrebatarle el liderato. En la etapa siguiente a la contrarreloj, con final en alto, Induráin sufrió y Zülle empezó a recortarle distancia confirmándose como gran rival a batir. Sin embargo, el resto de etapas, Induráin supo jugar con su ventaja y no dejó que el primer puesto peligrara. Por quinto año consecutivo, se coronó en los Campos Elíseos. Ascendiendo al selecto Olimpo del mundo del ciclismo.
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