Especial 20 Aniversario

1995, el verano del gran salto de Jonathan Edwards

Un triple salto considerado como defectuoso por su ejecutor, el británico Jonathan Edwards, arrojó, hace 30 años, en Salamanca, un récord mundial de 17,98 m que prefiguraba el inminente derribo del muro de los 18 metros por obra del mismo atleta.

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El 18 de julio de 1995, en las pistas anejas al estadio Helmántico, Edwards contribuyó a que la vieja ciudad universitaria consolidara su prestigio como la ciudad de los saltos, escenario, a esas alturas, de tres plusmarcas mundiales en ese sector.

Jonathan Edwards: hay algo único en un récord del mundo que lo convierte en la cumbre del deporte

Edwards arrebató ese día el récord al estadounidense Willy Banks, que había cumplido diez años. El británico, un atleta de 1,80 metros de estatura y 70 kilos de peso que arrojaban una imagen casi opuesta a la del superhombre, consiguió un récord mundial que venía ya barruntando desde que empezó aquella temporada al aire libre.

Sus prodigiosas marcas siempre habían llegado acompañadas de un viento favorable superior al límite permitido para la homologación -2,0 metros por segundo-, pero aquel día en Salamanca, en una pista que ya había vivido dos plusmarcas mundiales -las dos de Javier Sotomayor-, Edwards tuvo un viento a sus espaldas de 1,8 metros.

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Las circunstancias se confabularon para alumbrar el récord: los 800 metros de altitud de Salamanca, el formidable estado de forma del británico, la brisa favorable, el calor en retirada a las ocho de la tarde y la presión del cubano Yoelbis Quesada, que ya en su primer intento pasó de 17 metros. Edwards comenzó con un salto triple de 17,39 metros y 1,9 de viento favorable. En la segunda ronda llegó la explosión: 17,98, un centímetro por encima de un récord que duraba ya diez años.

«Podría haberlo mejorado notablemente, si no hubiera ido tan inclinado hacia adelante…»

Sin embargo, el nuevo plusmarquista mundial no estuvo conforme con su técnica. A pie de pista afirmó que el récord se había producido en un salto que tuvo defectos técnicos en su ejecución. «Podría haberlo mejorado notablemente, si no hubiera ido tan inclinado hacia adelante», explicó. «Estoy convencido de que puedo saltar más que hoy, siempre que haya unas condiciones similares a las que hubo hoy en Salamanca. Lo primero que hice tras el salto fue mirar el marcador del viento. Mi alegría fue tremenda».

El siciliano Claudio Veneziano, responsable del sector de saltos de la federación española, había llegado en enero de aquel año a Castellón por amor y aquel 7 de agosto no vio el concurso en directo. “Pero luego lo he visto mil veces y lo tengo más que examinado. Jonathan Edwards supuso un antes y un después».

«Entonces estábamos acostumbrados a perfiles de saltadores muy diferentes, más fuertes, más potentes, pero él era un blanco normalito: ni muy alto ni muy fuerte. Ese blanco normalito nos enseñó que se podía ser un atleta estratosférico sin tener lo que cualquiera pensaría que tienen los superatletas. Un caso parecido al del pertiguista Mondo Duplantis ahora mismo».

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«Agnóstico, pero prácticamente ateo»

Al inicio de su carrera, Jonathan Edwards se hizo famoso porque, hombre de fuertes convicciones religiosas, se negaba a saltar los domingos, una decisión que le llevó a perderse un par de finales. Luego accedió a competir cualquier día y, más adelante, ya retirado, el hombre de ciencia -estudió Física en la Universidad de Durham-, más racional, acabó imponiéndose al de la fe y se declaró «agnóstico, pero prácticamente ateo».

Después de una interminable espera de más de un minuto y medio para certificar la medición, y mientras el atleta lo celebraba con una sonrisa radiante, el comentarista de TVE, Carlos Martín, no pudo evitar comparar ese hito con lo ocurrido días atrás en Italia: «Esto no es esa pachanga de Sestrieres donde los récords se fijan a la carta. Aquí está batiendo Jonathan Edwards el récord del mundo en la alta competición».

Jonathan Edwards 1995 Salto
Fuente: Afp

El estadounidense Christian Taylor, ya retirado, es quien más cerca se quedó (18,21 en 2015). Y la tercera mejor marca de la historia la hizo el español Jordan Díaz (18,18) para imponerse en una final memorable en el Europeo de Roma 2024 al portugués Pedro Pichardo (como él nacido en Cuba), tres décadas después del momento culminante de la carrera de Edwards.

El británico ganó otra medalla de oro en un Mundial y no logró ser campeón olímpico hasta Sídney 2000. Ahora, ya con el pelo blanco y 59 años, sigue vinculado al atletismo como comentarista de televisión y comprobando que nadie puede con su récord.




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