Cuando pensamos en alimentos hidratantes, frescos y versátiles, la sandía suele llevarse todos los aplausos. Pero la ciencia ha puesto en el centro de atención a un protagonista inesperado: el tomate. Según diversos expertos citados por The New York Times, este fruto rojo no solo supera a la sandía en contenido de agua, sino que también aporta antioxidantes fundamentales para prevenir enfermedades.
Gracias a su sabor, su textura y su capacidad de adaptarse a cualquier tipo de preparación, el tomate ha dejado de ser un simple acompañante de ensaladas para posicionarse como un auténtico aliado de nuestra salud y nutrición. La hidratación, su riqueza en vitaminas y minerales, y su alto contenido de licopeno lo convierten en una joya alimentaria que vale la pena redescubrir.
1Más agua que la sandía: una opción ideal para los días de calor

En pleno verano, mantenerse hidratado es una necesidad básica. Y aunque la mayoría recurre a frutas como la sandía o el melón, el tomate ha demostrado ser una fuente de hidratación aún más potente. Según el profesor emérito John Erdman, de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, una taza de tomate crudo picado puede contener hasta 170 mililitros de agua, superando ampliamente a muchas frutas tradicionalmente consideradas hidratantes.
El tomate se compone en un 95 % de agua, lo cual no solo lo hace refrescante, sino que lo convierte en un alimento perfecto para personas de todas las edades, desde niños hasta adultos mayores. Erdman aclara que esta ventaja se maximiza cuando se consume crudo y fresco, ya que la cocción reduce ligeramente su contenido hídrico.
The New York Times también señala que la textura jugosa del tomate y su capacidad de integrarse en recetas frías o calientes lo convierten en un comodín perfecto para cualquier época del año, pero especialmente para el verano, cuando la hidratación debe ser prioridad.