Netflix sigue apostando fuerte por el cine español y esta vez lo hace con el estreno de ‘La huella del mal’, una película que combina intriga, arqueología y crimen, pero de una forma poco habitual. Disponible en la plataforma a partir del miércoles 30 de julio, este thriller psicológico dirigido por Manuel Ríos San Martín llega a nuestras pantallas tras su paso por la 28ª edición del Festival de Málaga y su estreno en salas de cine el pasado mes de abril.
Con Blanca Suárez y Daniel Grao como protagonistas, la ficción se adentra en el corazón de los yacimientos de Atapuerca para presentarnos una historia cargada de intensidad, secretos del pasado y crímenes sin resolver. Basada en la novela homónima escrita por el propio director y publicada por Planeta en 2019, esta adaptación cinematográfica ofrece una experiencia visual más potente con un trasfondo inquietante.
1‘La huella del mal’: Un crimen en Atapuerca con un misterio que resurge

La historia comienza con una visita escolar al Centro de Arqueología Experimental (CAREX), en la zona de los yacimientos de Atapuerca, Burgos. Todo parece normal, hasta que un grupo de niños encuentra el cuerpo de una joven colocado en posición fetal, justo en el lugar donde debería estar una réplica de un neandertal. La víctima es identificada como Eva Santos, una vecina del pueblo, y el hallazgo, además de causar conmoción, reabre un caso no resuelto de hace seis años.
La escena del crimen es inquietante, casi simula un ritual. Todo apunta a que el temido “asesino del yacimiento” ha vuelto. Lo que en principio parece un caso aislado, se convierte rápidamente en una investigación compleja con implicaciones personales para los encargados del caso en ‘La huella del mal’.
En el centro de la investigación están Silvia Guzmán (Blanca Suárez), inspectora de la UDEV (Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta), y Daniel Velarde (Daniel Grao), exagente ahora dedicado a la seguridad privada. Ambos deberán reencontrarse con su pasado profesional y emocional mientras investigan un crimen que parece más simbólico que impulsivo.