Los ahogamientos ocurren en silencio, en cuestión de segundos y, en la mayoría de los casos, podrían haberse evitado. Cada verano, el número de muertes por ahogamiento en España alcanza cifras preocupantes, entre 400 y 600 víctimas anuales, según los expertos. Conocer los principales factores de riesgo es el primer paso para prevenirlos, puede marcar una diferencia entre la vida y la muerte.
Según los datos, ocho de cada diez personas que fallecen por ahogamiento son hombres. No se trata de una cuestión genética, sino de comportamientos; es decir, mayor tendencia al riesgo, exceso de confianza, consumo de alcohol antes del baño y actitudes temerarias como lanzarse desde rocas o bañarse en zonas no vigiladas, son actividades que están asociadas al sexo masculino.
El 100 % de los menores fallecidos por ahogamiento no tenían a ningún adulto a cargo en ese momento. La franja horaria más peligrosa es la sobremesa (entre las 15:00 y las 18:00), cuando los adultos suelen estar distraídos. Esta es una costumbre muy típica en España, es un momento en el que los adultos se relajan, pero también es el momento perfecto para que los más pequeños intenten burlar la seguridad.
Las piscinas particulares son especialmente peligrosas, ya que dan una falsa sensación de seguridad. Basta un minuto sin vigilancia para que ocurra una tragedia. El exceso de confianza puede convertirse en un problema y marcar la diferencia entre la vida y la muerte.
Aunque sepas nadar, hacerlo sin compañía multiplica los riesgos. Incluso los nadadores profesionales han fallecido en solitario por sufrir un calambre, desmayo o complicación médica en el agua. Siempre avisa a alguien y evita bañarte sin presencia cercana.
Explorar cuevas, lanzarse desde grandes alturas o nadar mar adentro son conductas peligrosas que pueden terminar en accidente. La búsqueda de emociones fuertes no debe poner en juego la vida. Recuerda que el mar y la naturaleza no perdonan errores.
Las banderas de playa, las advertencias y la presencia de socorristas no están de adorno. Bañarse con bandera roja, sin vigilancia o fuera de las zonas habilitadas es otra de las causas frecuentes de ahogamiento. La mejor prevención es el respeto a las señales y la prudencia.
Contrario a lo que se cree, el ahogamiento no es ruidoso ni evidente. En menos de dos minutos puede ocurrir sin que nadie lo note. Tal como recuerda la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), muchas veces sucede mientras alguien revisa el móvil o atiende una llamada.
Recuerda: cualquiera puede ahogarse, aunque nadie debería. La mejor herramienta de prevención es la educación, la vigilancia y el respeto por el agua.
Perfil masculino y conductas de riesgo, podrían convertirse en una causa de ahogamiento este verano

Los datos del Informe Nacional de Ahogamientos (INA) del primer semestre de 2025 revelan que 165 de las 211 víctimas mortales eran hombres, frente a 46 mujeres, un dato que demuestra una vez más como el sexo puede incrementar el riesgo. Esta diferencia, que equivale a 8 de cada 10 fallecidos son varones, se encuentra asociada directamente a conductas imprudentes (que los expertos suelen asociar a los hombres); es decir, baños en zonas no vigiladas, consumo de alcohol antes del baño, saltos desde altura y exceso de confianza en el propio estado físico.
Este comportamiento arriesgado explica por qué el perfil más frecuente de víctima en España sigue siendo un hombre adulto español, incluso de mayor edad. La mayoría se produjo en espacios sin presencia de socorristas profesionales y en franjas horarias de mayor exposición como mediodía o primera tarde.
Menores sin vigilancia adecuada

Hasta junio de 2025, 20 menores han fallecido por ahogamiento, con la mitad de los casos concentrándose en el mes de junio. En todos los casos, se confirmó que no había ningún adulto atento en ese momento, ya sea porque estaban distraídos o realizando otras tareas como hablar por teléfono o cocinar.
Las piscinas privadas, especialmente durante la sobremesa (15:00‑18:00), se han convertido en escenarios de alto riesgo. Bastan unos minutos sin supervisión directa para que un niño pequeño vea interrumpida su vida. Las estadísticas muestran que incluso en ámbitos percibidos como seguros, como una piscina familiar, sucede lo impensable.
Bañarse solo, incluso siendo buen nadador

Bañarse solo puede parecer inofensivo, divertido e incluso hasta relajante, sobre todo si uno sabe nadar bien. Pero la realidad es que cualquier imprevisto (un calambre, un mareo o incluso un problema de corazón) puede convertirse en algo muy serio si no hay nadie cerca para ayudarte. El ahogamiento es rápido y, muchas veces, silencioso; puede ocurrir en menos de dos minutos, sin gritos ni señales claras que alerten del peligro.
Por eso es tan importante no meterse al agua sin compañía, aunque tengas experiencia. Los expertos lo repiten una y otra vez; avisa a alguien antes de nadar y, si puedes, evita hacerlo en solitario, sobre todo en lugares naturales sin vigilancia. La diferencia entre un buen rato y una situación crítica puede ser tan simple como no estar solo.