El paso de Rafa Benítez por el Celta de Vigo sigue teniendo consecuencias más allá del terreno de juego. Aunque ya hace más de un año que se marchó, su figura todavía pesa, y no precisamente por los recuerdos futbolísticos.
Lo que realmente condiciona al club gallego es la carga económica que dejó su salida, una herencia que hoy frena cualquier intento de reforzar la plantilla.

Su vínculo con el Celta no se rompió del todo cuando abandonó el banquillo. Se trasladó a los despachos, donde su contrato sigue afectando la salud financiera del club. A día de hoy, cada operación en el mercado de fichajes se enfrenta con un muro difícil de superar.
Rafa Benítez: Un acuerdo millonario que aún ahoga al club
Cuando en 2023 Rafa Benítez firmó con el Celta, la directiva apostaba por un proyecto ambicioso, con la intención de construir un equipo competitivo bajo el mando de un técnico de renombre. Pero la historia no fue como se esperaba. El despido en marzo de 2024 dejó al descubierto el alto precio de esa apuesta.
El entrenador Rafa Benítez reclamaba 9 millones por tres temporadas. Desde Vigo, en cambio, se defendía que solo correspondían seis, al tratarse de un contrato con cláusula opcional. Tras semanas de negociaciones y tensiones, se alcanzó un acuerdo intermedio de 7.7 millones que el club deberá abonar de forma escalonada hasta 2027.
Ese compromiso económico es una auténtica piedra en el zapato. No es una deuda menor ni simbólica. Es una obligación contractual que sigue drenando recursos fundamentales. Mientras otros clubes refuerzan sus planteles sin demasiados problemas, el Celta sigue pagando por un entrenador que ya no está.
Marco Garcés obligado a maniobrar con poco margen
En este contexto, el trabajo de Marco Garcés al frente de la dirección deportiva se vuelve una misión de alto riesgo. El mexicano debe buscar fórmulas para liberar masa salarial y generar ingresos en un mercado cada vez más competitivo y con menos margen de error. No es tarea fácil.
En las últimas tres ventanas de fichajes, el Celta invirtió cerca de 50 millones de euros, en ocasiones gastando más de lo que ingresó. Esa estrategia, aunque respondía al deseo de crecer rápido, hoy pasa factura. Con una plantilla costosa y el lastre del acuerdo con Benítez, se impone una reestructuración quirúrgica para evitar desequilibrios mayores.
La clasificación europea conseguida recientemente representa un alivio parcial, una señal de que el equipo aún tiene argumentos competitivos. Sin embargo, no es suficiente para liberarse del todo del peso que arrastra. Cada decisión en este mercado se ve condicionada por la necesidad de vender antes que comprar. La apuesta por Rafa Benítez ya forma parte del pasado, pero su impacto sigue presente como un recordatorio constante de lo que no debe repetirse.
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