Jesús Areso vuelve a estar en el centro de la escena en este agitado mercado de verano. Lo hace con una decisión que toma por sorpresa a muchos y que lo coloca nuevamente en el Athletic Club, el equipo en el que ya supo estar años atrás. El lateral navarro, que estaba en la órbita tanto del Atlético de Madrid como del conjunto de Lezama, eligió regresar a casa, cumpliendo así un deseo que arrastraba desde hace tiempo.
Después de días intensos de negociación, Osasuna aceptó una oferta que ronda los 10 millones de euros, aunque las variables podrían elevar el monto total a doce. El acuerdo llegó sin necesidad de ejecutar la cláusula de rescisión, en una maniobra que, por la forma y el fondo, no pasa inadvertida.

Este traspaso no es uno más. Evita el tan temido “clausulazo” y despierta ecos de viejos movimientos entre ambas instituciones. Lo que en los papeles es una simple transferencia, en el contexto adquiere tintes de historia viva del fútbol navarro y vasco, con viejas rencillas que vuelven a escena.
El regreso del hijo pródigo a Lezama
La historia entre Jesús Areso y el Athletic Club tiene antecedentes cargados de tensión. El lateral formó parte del equipo bilbaíno entre 2017 y 2021, pero su salida se dio en términos poco amables. Al no aceptar renovar su contrato, fue relegado al filial y terminó marchándose libre rumbo a Osasuna, donde encontró lo que no había tenido en Bilbao: minutos, continuidad y confianza.
Ahora, con 26 años recién cumplidos, la historia da un vuelco. El defensor vuelve al club donde alguna vez cerraron la puerta, pero esta vez con otro contexto. El cambio en la dirigencia rojiblanca y la oportunidad de disputar la Liga de Campeones, sumado a la cercanía con su natal Cascante, inclinaron la balanza.
Aunque el Atlético de Madrid también tenía un acuerdo con él, Areso eligió volver al lugar donde todo comenzó, aun sabiendo que no todos celebrarán su regreso.
Areso: El Atlético queda fuera del tablero
En Madrid, el movimiento no cayó bien. El Atlético había avanzado de forma decidida, con un contrato firmado con Areso que lo vinculaba hasta 2030. Todo parecía sellado, salvo que el Athletic Club decidiera pagar los doce millones de la cláusula. Pero no fue necesario llegar a ese punto. La propuesta del conjunto vizcaíno subió a diez millones fijos más dos en variables, lo que convenció a Osasuna sin más demoras.
La incomodidad es evidente en el entorno colchonero. La dirigencia se siente sorprendida por un cambio de planes que los deja sin su objetivo principal para reforzar el lateral derecho. Aunque no queda mucho por hacer, ahora el Atlético deberá revisar otras opciones, probablemente con la necesidad de liberar alguna plaza de extracomunitario si desea incorporar a un nuevo jugador en esa posición.
Entre Osasuna y el Athletic Club la relación siempre fue delicada, y esta operación vuelve a remover viejas heridas. En 2017, cuando el club bilbaíno pagó la cláusula del entonces juvenil Areso, la directiva rojilla rompió relaciones públicas acusando al rival de aprovecharse de su situación económica.
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