Con la llegada del verano, no hay mejor imagen que la de un paseo al sol, con ropa ligera y un cucurucho frío entre las manos. El helado, ese clásico de la temporada, se cuela en nuestras sobremesas, meriendas y escapadas. Pero, aunque su sabor nos resulte casi irresistible, muchas veces nos queda la duda: ¿realmente puede este alimento formar parte de una dieta equilibrada?
En los últimos años, no han sido pocos los estudios que apuntan a posibles beneficios asociados al consumo de helados, lo que ha generado cierta confusión. ¿Es el helado saludable o simplemente es un placer que debemos disfrutar con moderación? En este artículo, te contaremos todo lo que necesitas saber para tomar decisiones informadas, sin caer en extremos ni demonizar alimentos que, en realidad, pueden tener su lugar.
2La ciencia también opina: lo bueno (y lo no tanto)

Uno de los estudios más citados en los últimos años fue una tesis doctoral de 2018 centrada en los efectos cardiometabólicos de los productos lácteos. En él se observó un dato llamativo: las personas con diabetes tipo 2 que comían helado no más de dos veces por semana presentaban un 12 % menos de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares en comparación con quienes no lo consumían.
Este dato fue analizado por Duane Mellor, experto en nutrición de la Aston University de Birmingham, quien subrayó que se trata de un hallazgo interesante, aunque con importantes matices. Según Mellor, es esencial observar no solo la frecuencia con la que se consume un alimento, sino el contexto dietético general. Es decir, que el efecto positivo no se atribuye tanto al helado como al patrón alimentario de quienes lo consumen de forma moderada dentro de una dieta saludable.
Además, hay que recordar que los estudios observacionales como este no pueden establecer relaciones causales. Mellor advierte que algunas personas con antecedentes de enfermedades podrían dejar de comer helado voluntariamente, lo que haría parecer que los consumidores de helado están más sanos, cuando en realidad no lo están gracias al helado, sino a otros hábitos o condiciones previas.