Especial 20 Aniversario

El pulpo a la gallega perfecto exige este ritual previo para que no quede duro como una piedra

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El pulpo a la gallega es mucho más que una simple receta, se ha convertido en un auténtico emblema de nuestra gastronomía y en la vara de medir de muchísimos bares y restaurantes a lo largo y ancho del país. Es un plato que representa la esencia misma de Galicia, una experiencia que une a familias y amigos en torno a una mesa, y cuya preparación roza lo sagrado para los puristas. La búsqueda del punto de cocción perfecto, esa textura que se deshace en la boca sin resultar chiclosa, es una verdadera odisea culinaria que separa a los iniciados de los meros aficionados. Conseguirlo no es fruto de la casualidad, sino de seguir un método casi litúrgico.

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El éxito o el fracaso de este manjar reside en detalles que a menudo se pasan por alto, pequeños gestos heredados de generaciones que marcan la diferencia. No basta con tener un buen producto, aunque es el punto de partida indispensable. Hay que conocer los secretos que transforman un cefalópodo robusto en una delicia sublime. Sin este conocimiento previo, el riesgo de enfrentarse a un pulpo duro y gomoso es demasiado alto. Detrás de su aparente sencillez se esconde un abismo, la delgada línea que separa una tapa memorable de una decepción gomosa, un secreto que los maestros pulpeiros guardan con celo y que hoy desvelamos para alcanzar la perfección en casa.

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LA DANZA EN LA CALDERA: SECRETOS DE UNA COCCIÓN MILIMÉTRICA

Fuente: Freepik

Superados los preparativos, comienza la cocción propiamente dicha, una fase que exige paciencia y atención. Un error común es añadir sal al agua desde el principio, algo que debe evitarse a toda costa, ya que endurecería la carne del cefalópodo. La tradición dicta que el pulpo debe cocerse en su propia agua de mar o, en su defecto, en agua sin sal, el cefalópodo liberará su propia sal marina natural en el agua, aportando un sabor mucho más auténtico y profundo al resultado final. Las famosas ‘polbeiras’ gallegas utilizan calderas de cobre, aunque una buena olla grande de acero inoxidable cumplirá su función perfectamente.

El tiempo de cocción es la gran incógnita y depende directamente del tamaño de la pieza. La regla no escrita habla de unos 18-20 minutos por cada kilo de pulpo, pero esto es solo una guía. Tras ese tiempo estimado, es crucial apagar el fuego y dejar que el pulpo repose en el agua caliente durante otros 15 o 20 minutos para que termine de ablandarse de manera uniforme. Para saber si está en su punto, la prueba del palillo en la base de los tentáculos es el veredicto final e inapelable; si entra con facilidad, nuestro pulpo a la gallega está listo para el siguiente y último paso.

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