Pocas frutas tienen el poder refrescante, ligero y saludable que ofrece la sandía, especialmente en los meses más calurosos del año. Con su sabor suave, su abundante contenido de agua y su perfil nutricional casi perfecto, se ha ganado el corazón —y la mesa— de muchos hogares españoles. Sin embargo, no todas las sandías que vemos en los estantes del supermercado son igual de seguras.
El nutricionista y divulgador Pablo Ojeda lanzó recientemente una advertencia contundente. Su mensaje fue claro: evitar comprar sandía ya cortada si no se encuentra perfectamente refrigerada, ya que su consumo podría suponer un riesgo real para nuestra salud. A continuación, te contaremos qué ocurre exactamente con estas piezas partidas y por qué deberías pensarlo dos veces antes de llevarte una a casa.
5Una joya nutricional, pero solo si la consumís entera y fresca

Más allá de estas advertencias, no debemos olvidar que la sandía es una de las frutas más saludables del verano. Su perfil nutricional la convierte en un superalimento de temporada, siempre que se consuma correctamente. Entre sus principales beneficios destacan:
- Su alto contenido en licopeno, un antioxidante natural que ayuda a proteger el corazón y la piel.
- Su función diurética e hidratante, ideal para combatir la retención de líquidos y los golpes de calor.
- Su aporte de vitaminas A y C, esenciales para el sistema inmunológico.
- Su efecto antiinflamatorio natural, que favorece la recuperación muscular.
- Su bajo aporte calórico: apenas 30 calorías por cada 100 gramos.
Eso sí, todas estas propiedades se conservan solo si la fruta está fresca y bien tratada. Por eso, los nutricionistas coinciden en una recomendación fundamental: comprá la sandía entera, córtala en casa y guardala siempre en la nevera. Así podrás disfrutar de sus beneficios sin exponer tu salud.