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La verdad sobre la carne en los supermercados: dónde comprarla y dónde no

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Cada vez que elegimos carne en el supermercado, no solo estamos comprando un alimento: estamos tomando una decisión que influirá en nuestra salud, nuestro bolsillo y hasta en el sabor de nuestros platos. Y si bien muchos piensan que toda carne fresca se parece, los datos más recientes demuestran lo contrario.

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En el último año, el consumo de carne fresca en España ha vivido un repunte notable. Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, en 2023 cada español consumió casi 30 kilos de carne fresca, lo que supone un incremento del 7,43 % respecto al año anterior. Pero el estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha revelado una verdad incómoda: no todos los supermercados ofrecen carne de la misma calidad.

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¿Qué valoran los consumidores cuando compran carne en supermercados?

¿Qué valoran los consumidores cuando compran carne en supermercados?
Fuente: Agencias

La calidad de la carne no es un concepto absoluto, sino un conjunto de factores que influyen directamente en la experiencia del consumidor. Según los resultados de la OCU, los aspectos que más se tienen en cuenta al valorar un producto cárnico son los siguientes:

  • Frescura del producto: Si la carne huele bien, mantiene su color y no tiene exceso de líquido envasado, ya tiene medio camino ganado.
  • Sabor y textura tras la cocción: Una carne que pierde volumen, se deshace o tiene sabor metálico genera rechazo inmediato.
  • Presentación y limpieza del envase: Muchos consumidores valoran la higiene y el cuidado con el que se presenta el producto.
  • Trazabilidad y origen: Cada vez más personas se preocupan por saber de dónde viene la carne, cómo fue criada y si cumple normativas sanitarias.
  • Precio justo en relación a la calidad: No siempre lo más caro es lo mejor, pero sí se busca un equilibrio entre precio y lo que se recibe a cambio.

Cuando estas condiciones se cumplen, la experiencia de compra se transforma en algo placentero. De lo contrario, puede convertirse en una decepción, tanto por el dinero invertido como por la comida desperdiciada.

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