Especial 20 Aniversario

Coberturas imprescindibles para coches eléctricos: la póliza que entiende tu batería

La movilidad eléctrica avanza a paso firme en España: uno de cada diez turismos matriculados en 2024 ya llevaba enchufe, según los últimos datos de la DGT. Pero mientras los concesionarios celebran la transición verde, muchos conductores descubren que asegurar un coche eléctrico no es lo mismo que proteger un vehículo de combustión. La razón es sencilla: sus riesgos y necesidades específicas —una batería que cuesta casi la mitad del valor del coche, bornes de alta tensión, software crítico— requieren garantías adaptadas.

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A continuación, desgranamos las coberturas que todo propietario de un eléctrico debería contemplar, con un enfoque práctico y sin tecnicismos vacíos. El objetivo: que puedas comparar pólizas con criterio y elegir la que mejor encaje en tu día a día urbano o en tus escapadas por la península.

1. Daños a la batería y al sistema de carga

El corazón de un eléctrico es su batería de iones de litio, un componente delicado y caro (entre 6.000 € y 14.000 € en modelos populares). Un choque lateral aparentemente leve puede comprometer el pack entero. Por eso conviene revisar que la reparación o sustitución de la batería esté cubierta al valor de nuevo los primeros cinco años y, a partir de ahí, al valor de reposición pactado.

No olvides los accesorios: cable, conector y wallbox. El robo del cable de carga —cada vez más frecuente en aparcamientos públicos— debería estar incluido sin franquicia adicional.

2. Asistencia en carretera con recarga móvil

El equivalente eléctrico al “me he quedado sin gasolina” existe y se llama descarga profunda. Una cobertura de asistencia que incluya remolque hasta el punto de carga más cercano o, mejor aún, recarga móvil de emergencia (10–15 kWh para llegar por tus propios medios) ahorra disgustos. Pregunta además si cubre zonas rurales, festivos y horarios nocturnos, donde la red de puntos de recarga es todavía limitada.

Para contratar este tipo de garantías encontrarás propuestas flexibles en el mercado; por ejemplo, la opción de seguro de coche que permite añadir “recarga in situ” directamente desde la aplicación, sin llamadas ni esperas. Incluir el servicio en la póliza evita cargos extra de última hora y asegura atención especializada en alta tensión.

3. Responsabilidad civil ampliada y daños a terceros

Cualquier póliza debe cubrir los daños que puedas causar a terceros. Sin embargo, en un eléctrico conviene revisar la letra pequeña:

  • Daños eléctricos a la red. Imagina que un cortocircuito en tu conector provoca una sobretensión y daña la instalación comunitaria.
  • Contaminación accidental. Sí, incluso un eléctrico puede provocar un vertido de refrigerante especial tras un siniestro.

Solicita un límite de responsabilidad civil amplio (mínimo un millón de euros) que contemple estos supuestos y evite sorpresas judiciales.

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4. Robo y vandalismo del cableado de alta tensión

El auge del robo de cobre ha disparado los incidentes relacionados con mazos de cables naranja. Una cobertura específica debería incluir:

  • Sustracción total o parcial del cableado.
  • Daños por intento de robo (conectores forzados, compartimentos rajados).
  • Rotura durante la carga en vía pública por acto vandálico o accidente de terceros desconocidos.

Tener claro el capital asegurado y la franquicia es clave para reparar sin vaciar la cuenta corriente.

5. Fenómenos naturales extremos

Los vehículos eléctricos son más sensibles a la entrada de agua en batería y electrónica. Ante lluvias torrenciales, inundaciones o pedrisco gigante, contar con cobertura de fenómenos atmosféricos severos resulta vital. Verifica que incluya inspección y secado de componentes, así como tests de aislamiento —procedimientos más costosos que en un coche térmico.

6. Ciberriesgos y actualizaciones de software

Los fabricantes actualizan sus modelos “over the air” con parches de seguridad y nuevas funciones. Pero un firmware corrupto o un hackeo podrían dejar tu coche inoperativo. Algunas aseguradoras ya ofrecen coberturas de ciberseguridad que protegen frente a:

  • Inmovilización del vehículo por fallo de software.
  • Gastos derivados de restaurar configuraciones o reinstalar el sistema.
  • Acceso fraudulento a datos personales almacenados en la centralita.

En un contexto donde los ataques a infraestructuras críticas crecen, no es una garantía menor.

7. Vehículo de sustitución eléctrico

Si el coche entra en taller, disponer de un sustituto con enchufe mantiene tu rutina —sobre todo si tienes instaladas tarifas eléctricas ventajosas en casa o utilizas carriles urbanos reservados a “cero emisiones”. Algunas pólizas limitan el préstamo a modelos de combustión, lo cual anula beneficios fiscales y medioambientales. Asegúrate de que el vehículo de cortesía sea eléctrico o, como mínimo, híbrido enchufable y de que se facilite punto de carga.

8. Valoración del coche y vida útil de la batería

Al calcular la indemnización por siniestro total, el valor venal tradicional puede no reflejar la realidad de un eléctrico joven. Exige:

  • Valor de nuevo los primeros 24–36 meses.
  • Compensación extra por degradación prematura de la batería si el SOH (estado de salud) cae por debajo de un umbral (p. ej., 70 %).

Así evitas quedarte “a medias” en caso de accidente grave.

9. Cobertura de impacto animal y asistencia veterinaria

Aunque parezca anecdótico, los accidentes con fauna (jabalíes, corzos) aumentan en vías secundarias. Cualquier golpe en la parte baja del coche puede dañar la batería. Una protección que cubra colisiones con animales y transporte del vehículo al taller oficial evita costes elevados de reparación y logística.

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10. Gestión integral post-siniestro

Un taller con certificación en alta tensión y formación específica es indispensable. Además, la póliza debería ofrecer:

  • Recogida y entrega en grúa adaptada.
  • Diagnóstico especializado para descartar fugas eléctricas.
  • Reciclaje de baterías cuando no sea posible su reparación, cumpliendo normativa medioambiental.

Asegurar un coche eléctrico no consiste solo en “traducir” la póliza de siempre al lenguaje de los kilovatios. Requiere añadir capas de protección que contemplen riesgos de alto voltaje, dependencia del software y un ecosistema de recarga aún en desarrollo. Revisar estas coberturas imprescindibles —batería, asistencia con recarga, ciberriesgos, vehículo de sustitución eléctrico y valor de nuevo— marcará la diferencia cuando ocurra lo inesperado.

Antes de firmar, compara opciones con calma, confirma que los límites económicos se ajusten al coste real de tu modelo y prioriza servicios orientados a la movilidad cero emisiones. Así, tu seguro no será un gasto más, sino el aliado que mantendrá tu coche —y tu bolsillo— a salvo durante toda su vida útil.

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