Wimbledon siempre fue el templo de Novak Djokovic, el escenario donde construyó buena parte de su leyenda. Sus siete títulos en el All England Club lo colocan entre los más grandes sobre césped. Pero esta vez, el trono pareció tambalearse más que nunca. Enfrente estuvo un Jannik Sinner impecable, que lo dominó sin titubeos con un aplastante 6-3, 6-3 y 6-4 para meterse en la final.
La imagen del serbio fue lejana a la de sus mejores tiempos. Desconectado, sin reacción y con una movilidad que ya no intimida como antes. Aquella caída en cuartos, cuando se golpeó la rodilla, quizás dejó más secuelas de las que se vieron.

Lo cierto es que no generó ni una sola oportunidad de quiebre en los dos primeros sets. Mientras tanto, Sinner dictaba el ritmo con una autoridad innegociable. La cuenta regresiva para Djokovic ya no es una teoría. Está en marcha.
Sinner, de la duda a la cima con paso firme
No fue todo camino de rosas para Jannik Sinner en este Wimbledon. En octavos estuvo al borde del abismo, dos sets abajo frente a Grigor Dimitrov antes de que el búlgaro se retirara por lesión. Desde ese momento, todo cambió. El italiano encontró su mejor versión y en semifinales jugó con determinación y frialdad, como si ya hubiera estado allí mil veces.
Contra Djokovic, fue agresivo desde el fondo, sólido con el saque y sin dar un paso en falso. Ya son cinco las veces que lo ha vencido, tres de ellas en partidos grandes de Grand Slam.
La de este domingo será su primera final en Wimbledon, un escenario que soñaba de niño viendo el torneo por televisión. Hoy lo pisa como protagonista indiscutido y referente absoluto del tenis italiano. Ningún otro tenista de su país llegó a tantas finales de Grand Slam en la Era Abierta.
Alcaraz y Sinner, una rivalidad que ya es leyenda
El tenis actual encontró en Carlos Alcaraz y Jannik Sinner una rivalidad que lo revitaliza. Cada encuentro entre ellos genera expectativa, tensión y espectáculo. El español, defensor del título en Wimbledon, parte con ventaja en el historial y acumula cinco triunfos consecutivos ante el italiano. Pero ni él mismo se confía. Sabe que lo espera un rival con hambre y con argumentos para cambiar el rumbo.
Sinner no se esconde. Reconoce que Alcaraz llega como favorito, aunque eso no lo intimida. Llega sano, motivado y decidido a dar el golpe. Entre los dos hay respeto mutuo, una competitividad sana y una química en pista que eleva el nivel de ambos.
Esta nueva generación está escribiendo su propia historia y lo hace con partidos inolvidables. Este domingo, la catedral del tenis será testigo de un nuevo episodio entre dos jóvenes llamados a marcar una época.
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