La primera edición del nuevo Mundial de Clubes en Estados Unidos está dejando una imagen que incomoda a la FIFA, estadios semivacíos incluso en partidos de élite. Mientras el Real Madrid ha sido el gran motor del torneo con tasas de ocupación cercanas al 96%, otros encuentros como el Inter – Fluminense apenas alcanzaron el 27% de asistencia.
Los partidos del conjunto blanco han sido los únicos en los que se ha rozado el lleno, con más de 70.000 espectadores en Charlotte y cifras similares en Miami y Filadelfia. El equipo de Xabi Alonso no solo llena gradas, sino que ha activado incluso el mercado de reventa legal, algo impensable en otros encuentros del torneo.
A pesar del nivel de los equipos, varios partidos de octavos se jugaron con estadios medio vacíos. El Benfica – Chelsea apenas superó el 35% de ocupación, y el Palmeiras – Botafogo se quedó en un 50%. Peor aún fue el Ulsan – Mamelodi Sundowns, suspendido por tormenta, al que solo asistieron 3.412 personas, apenas un 13% del aforo.
Con un promedio general de asistencia del 58%, la FIFA en su desesperación por revertir la situación, ha lanzado ofertas agresivas para llenar las gradas, desde entradas con descuento a través de códigos QR en los estadios, hasta combinaciones con el próximo Mundial de 2026. Incluso los comentaristas de DAZN se han sumado al estilo «teletienda» para promover la venta de entradas.
Factores como el escaso arraigo del futbol, los horarios poco atractivos y la elección de ciudades con menor cultura futbolística están detrás de estas cifras. A pesar de que se han vendido más de un millón y medio de entradas, la media por partido sigue muy lejos de las grandes competiciones como la Eurocopa o la Champions League.
Con 1.000 millones de dólares en premios en juego, la FIFA no puede permitirse otra imagen de gradas vacías en semifinales y final. El MetLife Stadium de Nueva Jersey, con 82.500 asientos, será la gran prueba de fuego para este nuevo formato que, por ahora, solo ha conquistado a la afición blanca.
Solo el Real Madrid llena estadios: el club blanco arrasa en asistencia

El Real Madrid ha vuelto a demostrar que su influencia trasciende los límites del terreno de juego. En un Mundial de Clubes que ha evidenciado serios problemas de asistencia (con estadios semivacíos y un ambiente más propio de un amistoso de pretemporada), el equipo dirigido por Xabi Alonso ha sido la única excepción. En todos sus partidos ha colgado el cartel de «sold out» o, en su defecto, ha rozado el lleno absoluto. La media de asistencia supera los 65.000 espectadores por encuentro, lo que se traduce en una ocupación del 96,8 %.
Ni siquiera en plazas con menor tradición futbolística, como Charlotte o Filadelfia, se ha resentido el tirón del club blanco. Allí, el Real Madrid ha logrado reunir una afición variopinta, que va desde comunidades hispanas hasta ciudadanos estadounidenses que han abrazado el madridismo como identidad. Más allá del palmarés deportivo, lo que se impone es el poder de una marca global, sostenida por una maquinaria mediática y comercial que entiende el mercado norteamericano como pocos.
El fenómeno llega al punto de que, pese a haber entradas disponibles, la reventa legal se mantiene activa, muchos buscan mejorar su ubicación, dispuestos a pagar más por vivir la experiencia madridista de forma privilegiada. En contraste, equipos como Chelsea o Benfica apenas han superado el 30 % de ocupación. El Real Madrid, una vez más, juega en otra liga.
Fracaso de asistencia: partidos con estadios medio vacíos

Pese a la inversión multimillonaria de la FIFA, el Mundial de Clubes ha estado lejos de ser un éxito en cuanto a público. Partidos de octavos de final como el Fluminense Inter de Milán o el Benfica – Chelsea no superaron ni el 35 % del aforo disponible. El caso más extremo fue el Ulsan – Mamelodi Sundowns, que apenas atrajo a 3.412 personas, un 13 % del estadio en Orlando. Estas cifras resultan alarmantes para un torneo que pretende posicionarse como el equivalente mundialista de clubes y que ha contado con una campaña de promoción sin precedentes.
La FIFA ha intentado maquillar estos números, destacando que se han vendido más de 1,5 millones de entradas, pero el promedio real por encuentro apenas supera los 36.000 espectadores. Es un dato muy por debajo de otras competiciones internacionales como la Eurocopa o la Champions League.
Las razones son múltiples, desde el escaso arraigo del futbol (Estados Unidos de beisbol, el futbol en este país queda un poco en segundo plano) en algunas sedes estadounidenses, hasta horarios poco atractivos y cambios constantes que dificultan la planificación para los aficionados. El resultado ha sido evidente, gradas vacías que han dado una imagen pobre del torneo.
La ‘teletienda’ de DAZN y los descuentos masivos, último recurso

Ante la falta de interés del público, la FIFA ha recurrido a métodos poco habituales en torneos de élite. Las retransmisiones de DAZN en EE. UU. han comenzado a parecerse más a una teletienda que a una emisión deportiva, con comentaristas insertando promociones para comprar entradas en directo.
En los propios estadios, se exhiben códigos QR gigantes en las pantallas para acceder a descuentos y promociones de último minuto. En algunos casos, incluso se ofrecen packs conjuntos para este Mundial y el de selecciones de 2026, en un intento por enganchar a los más escépticos.
Estas estrategias, aunque necesarias, ponen en evidencia la dificultad que tiene el torneo para conectar con el aficionado medio en Estados Unidos. A diferencia de otros eventos como la Super Bowl o la NBA, donde el espectáculo va más allá del deporte, el Mundial de Clubes no ha logrado generar ese mismo entusiasmo. Todo lo anterior indica solo una cosa, según los expertos, el fracaso del torneo, aunque todavía (o simplemente nunca) no lo reconocen.
La venta agresiva de entradas refleja que, sin nombres como Real Madrid o Messi, el interés decae drásticamente. Para llenar estadios como el MetLife de Nueva Jersey, sede de la final, la FIFA deberá seguir tirando de promociones y presión mediática.
Messi y el PSG también arrastran, pero sin llenar

Además del Real Madrid, los únicos equipos capaces de atraer grandes multitudes han sido el PSG y el Inter Miami, gracias al ‘efecto Messi’. El conjunto francés ha logrado una ocupación del 86,8 %, lo que, si bien es positivo, se queda diez puntos por debajo del club blanco. En su duelo ante el Inter Miami, se registraron más de 65.000 espectadores, una cifra alta pero no suficiente para rozar el lleno.
El mismo Messi, en su propio club, ha movilizado a una media de 51.208 personas, ocupando un 78,4 % de las gradas. Esto demuestra que el tirón mediático de ciertos nombres individuales sigue siendo un factor clave en el fútbol moderno. Sin embargo, también deja claro que ni siquiera la figura más icónica del fútbol actual puede garantizar estadios llenos si el contexto del torneo no acompaña. ¿Estamos ante la presencia de un fracaso rotundo de la FIFA?
Las grandes entradas registradas por PSG e Inter Miami son más la excepción que la norma. Si el resto de equipos no logran conectar con las masas (cosa que no está ocurriendo ahora mismo), el Mundial de Clubes corre el riesgo de convertirse en un torneo de nicho, sostenido únicamente por las grandes marcas.
Cultura futbolística y horarios: un cóctel en contra

Uno de los principales motivos por los que este Mundial de Clubes no ha logrado llenar estadios en Estados Unidos es la falta de tradición futbolística en muchas de las ciudades elegidas como sede. Aunque existen excepciones como Miami o Los Ángeles, donde la presencia latina y el interés por el fútbol internacional han ido en aumento, en lugares como Orlando o Cincinnati esa base de aficionados simplemente no está.
El resultado salta a la vista, gradas medio vacías incluso en partidos que enfrentan a equipos de cierto renombre. A eso hay que sumarle una programación horaria que ha perjudicado claramente la asistencia. Muchos encuentros se han fijado a las 15:00 hora local para encajar con el prime time europeo, lo que en Estados Unidos implica jugar en pleno horario laboral.
Esa decisión, tomada pensando en la televisión, ha dejado de lado al aficionado que quiere acudir al estadio. Además, los constantes cambios de fecha y hora (según el día de la semana) han dificultado aún más la planificación para el público local. Sin una estrategia más adaptada a las dinámicas del espectador estadounidense, es complicado que el torneo pueda aspirar a mejores cifras de taquilla en próximas ediciones.