Aunque no siempre lo tengamos presente, lo que comemos influye mucho más allá de nuestro peso corporal o nuestros niveles de colesterol. La alimentación también puede convertirse en una poderosa aliada de la salud mental. Y cuando hablamos de hábitos alimentarios que cuidan tanto el cuerpo como la mente, la dieta mediterránea vuelve a ocupar el centro de la escena con argumentos cada vez más contundentes.
En los últimos años, distintos estudios han sugerido que seguir una dieta saludable, acompañada de ejercicio físico, podría reducir el riesgo de desarrollar depresión. Ahora, nuevas investigaciones vienen a confirmar que no solo es así, sino que los beneficios podrían ser aún mayores de lo que se pensaba.
2La dieta mediterránea: mucho más que una moda saludable

Hablar de dieta mediterránea no es simplemente referirse a una forma de comer. Es, en realidad, una forma de entender la nutrición basada en ingredientes naturales, locales y de temporada. Frutas frescas, verduras, legumbres, cereales integrales, frutos secos, aceite de oliva, pescado y un consumo moderado de productos animales son la base de este modelo.
Además de ser rica en antioxidantes, fibra y grasas saludables, esta dieta se ha convertido en objeto de estudio por su impacto positivo en múltiples aspectos de la salud: desde la reducción del riesgo cardiovascular y la prevención de ciertos tipos de cáncer, hasta mejoras en la salud ósea y, como estamos viendo, en la emocional.
No es casualidad que la UNESCO haya reconocido la dieta mediterránea como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Y si bien cada país adapta sus variantes, lo cierto es que los principios se mantienen: menos ultraprocesados y más alimentos reales, menos frituras y más preparaciones sencillas, y una valoración del acto de comer como algo más que un simple trámite.