En nuestra rutina diaria, la alimentación suele quedar relegada a un segundo plano. Pero la realidad es clara: lo que comemos condiciona no solo nuestra salud, sino también nuestro bienestar, rendimiento y productividad. En particular, los hábitos alimenticios durante la jornada laboral ejercen un impacto directo sobre cómo respondemos ante los desafíos físicos e intelectuales.
Muchos trabajadores enfrentan jornadas largas y comen fuera de casa, en condiciones que a menudo propician elecciones poco saludables. Esto genera consecuencias visibles y silenciosas: desde cansancio persistente y somnolencia, hasta problemas digestivos y enfermedades crónicas. Reconocer y modificar estos patrones de alimentación es esencial para mejorar la calidad de vida personal y colectiva.
2Enfermedades crónicas no transmisibles: una emergencia global

Desde 2011, distintas organizaciones han advertido a la Asamblea General de Naciones Unidas sobre el avance imparable de las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT). Enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y afecciones respiratorias conforman el principal grupo de amenazas para la salud pública.
Estas enfermedades comparten un factor común: muchas se relacionan directamente con malos hábitos alimenticios y estilos de vida sedentarios. El incremento de casos en todo el mundo revela la urgencia de transformar la manera en que nos alimentamos, especialmente durante el trabajo, donde se consumen entre dos y tres comidas diarias fuera del hogar.