Especial 20 Aniversario

La alimentación en el trabajo: la clave invisible del bienestar y la productividad

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En nuestra rutina diaria, la alimentación suele quedar relegada a un segundo plano. Pero la realidad es clara: lo que comemos condiciona no solo nuestra salud, sino también nuestro bienestar, rendimiento y productividad. En particular, los hábitos alimenticios durante la jornada laboral ejercen un impacto directo sobre cómo respondemos ante los desafíos físicos e intelectuales.

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Muchos trabajadores enfrentan jornadas largas y comen fuera de casa, en condiciones que a menudo propician elecciones poco saludables. Esto genera consecuencias visibles y silenciosas: desde cansancio persistente y somnolencia, hasta problemas digestivos y enfermedades crónicas. Reconocer y modificar estos patrones de alimentación es esencial para mejorar la calidad de vida personal y colectiva.

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Alimentación desequilibrada: un enemigo silencioso en el trabajo

Alimentación desequilibrada: un enemigo silencioso en el trabajo
Fuente: Freepik

Una dieta pobre, monótona o excesiva en ciertos nutrientes se refleja rápidamente en el día a día laboral. Cuando el cuerpo no recibe la alimentación adecuada, las primeras señales son físicas y emocionales: cansancio, falta de reflejos, desgano y apatía. La deficiencia o el exceso predisponen a cuadros como la baja resistencia a infecciones, sobrepeso o trastornos digestivos.

Estas manifestaciones, lejos de ser anecdóticas, afectan directamente el desempeño profesional. Un trabajador fatigado es menos productivo, más propenso a errores y con mayor riesgo de accidentes. La mala alimentación se convierte en un freno silencioso que afecta no solo al individuo, sino al equipo y la empresa.

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