Con la llegada del verano, muchas personas se ven afectadas por las altas temperaturas. Pero para las mujeres en premenopausia y menopausia, el calor estival supone un doble golpe: no solo tienen que lidiar con el ambiente sofocante, sino también con los sofocos propios de esta etapa hormonal.
Los sofocos son uno de los síntomas más comunes y molestos que experimentan las mujeres durante la transición a la menopausia. Se manifiestan como una sensación repentina de calor intenso, que suele comenzar en el rostro, el cuello o el pecho, y puede ir acompañada de sudoración, enrojecimiento de la piel y, en muchos casos, ansiedad o nerviosismo. Estos episodios se deben a la alteración del centro termorregulador del cerebro que provoca el descenso en los niveles de estrógeno.
“Durante el verano, el calor exterior actúa como un disparador adicional, haciendo que las mujeres experimenten sofocos más frecuentes, más prolongados y difíciles de sobrellevar”, explica Ester González, nutricionista en Laboratorios Niam. “Muchas mujeres nos cuentan que en verano sienten que el cuerpo no les da tregua, porque los sofocos se mezclan con el bochorno ambiental y el sueño se vuelve más liviano o interrumpido”, añade.
Sofocos, mucho más que una molestia pasajera
Los sofocos son uno de los síntomas más característicos de la menopausia, y según la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia, los experimentan cerca del 80% de las mujeres. Pueden llegar a durar varios minutos, y presentarse varias veces al día o incluso durante la noche, en forma de sudores nocturnos, interrumpiendo el descanso de miles de mujeres.
En verano, con las noches más calurosas y la dificultad para refrescarse, el malestar se intensifica. “Los sofocos no son solo un problema físico; también pueden dar lugar a ansiedad, irritabilidad o dificultad para concentrarse, afectando así la calidad de vida. Muchas mujeres los viven con frustración porque son impredecibles y no siempre se habla de ello”, destaca Ester González. “Además, el verano hace que la situación sea aún más incómoda, causando un mayor impacto emocional”.

Más allá de los tratamientos hormonales
En este escenario, hablar de los sofocos con naturalidad, visibilizar su impacto y ofrecer soluciones reales se vuelve más necesario que nunca. El calor veraniego no hace más que amplificar un síntoma que ya de por sí puede ser limitante y muchas mujeres buscan a menudo formas de recuperar su bienestar diario.
Aunque el tratamiento hormonal puede ser una opción eficaz para algunas, la mayoría de mujeres prefieren opciones naturales. De ahí el creciente interés por extractos naturales como el lúpulo, la salvia o el magnesio, que pueden ayudar a reducir la frecuencia e intensidad de los sofocos sin efectos secundarios.
“Cuando los sofocos se intensifican con el calor del verano, muchas mujeres buscan soluciones que no impliquen hormonas ni efectos adversos. Por eso cada vez hay más interés en productos naturales para la menopausia que ayuden a vivir esta etapa con más libertad y menos incomodidad”, explica la nutricionista Ester González.
Con la inminente llegada del verano, el impacto de los sofocos aumenta y afecta de forma directa al bienestar físico y emocional de muchas mujeres. Abordar este síntoma con información, apoyo profesional y estrategias naturales puede ser clave para mejorar la calidad de vida de miles de mujeres en esta etapa.