Adiós al olor a mango y hola al asfalto sostenible. El Ayuntamiento de Madrid ha iniciado oficialmente la Operación Asfalto 2025 con una inversión de 12,2 millones de euros para renovar 256 calles de los 21 distritos de la capital. Esta edición cubrirá una superficie de 605.000 metros cuadrados, apostando por tecnologías menos contaminantes y materiales reciclados que mejoran tanto la sostenibilidad como el confort urbano.
El 50 % del pavimento será de mezcla bituminosa semicaliente, fabricada y aplicada a temperaturas más bajas que las mezclas tradicionales. Esto permitirá reducir entre un 11 % y un 35 % el consumo energético, además de evitar la emisión de hasta 150 toneladas de CO₂. Esta técnica también mejora las condiciones laborales de los operarios al generar menos humos y olores.
Uno de los avances más destacables es el uso de polvo de caucho reciclado. Aproximadamente 200.000 m² se asfaltarán con betunes modificados con caucho procedente de 33.000 neumáticos fuera de uso, lo que no solo mejora la elasticidad del pavimento, sino que reduce el ruido y aumenta la durabilidad. Además, 8.000 toneladas de mezcla SMA se aplicarán en zonas de tráfico intenso como O’Donnell o Alcalá.
La selección de las vías se ha basado en el nivel de obsolescencia del pavimento y la intensidad de tráfico. Entre las calles destacadas figuran Hortaleza, Alcalá, O’Donnell, Velázquez, Bravo Murillo y el Paseo de Recoletos.
Los distritos con más actuaciones serán:
- Fuencarral-El Pardo: 18 calles (58.924 m²)
- Puente de Vallecas: 21 calles (54.766 m²)
- Ciudad Lineal: 21 calles
En contraste, los distritos con menos intervenciones serán Salamanca, Chamberí y Barajas, con entre 4 y 5 calles cada uno.
La tradición de mejorar el pavimento en Madrid se remonta a 1898, pero en 2025 la ciudad apuesta decididamente por una renovación más eficiente, ecológica y respetuosa con el entorno. Como ha destacado Paloma García Romero, delegada del Área de Obras y Equipamientos, “estas obras no solo mejoran la movilidad, sino que también reducen la contaminación acústica y atmosférica, prolongando la vida útil de las calles”.
Las obras se concentran en zonas de alto tránsito pese a las temperaturas extremas

En plena ola de calor, Madrid ha iniciado un ambicioso plan de renovación del pavimento que afecta directamente a algunas de las áreas con mayor densidad peatonal y de tráfico. Calles céntricas y ejes clave de la movilidad urbana se han visto invadidos por maquinaria pesada, andamios y cortes de tráfico que han generado confusión entre conductores y viandantes.
La decisión de ejecutar estas reformas durante los días más calurosos del año ha levantado numerosas preguntas (o más bien quejas), especialmente por el impacto que tiene sobre la salud de los trabajadores expuestos a temperaturas extremas, después de todo ya en años anteriores han perdido la vida trabajadores expuestos a calor extremo. A pesar de las condiciones climáticas adversas, las actuaciones avanzan a ritmo acelerado.
El Ayuntamiento ha optado por mantener el calendario previsto sin atender a las recomendaciones de retrasar las obras hasta que mejoren las condiciones meteorológicas (existe una urgencia desde el organismo que ni los vecinos ni los comerciantes de Madrid entienden). Esta elección, según fuentes municipales, responde a una necesidad de ejecutar los fondos presupuestados dentro del ejercicio vigente, aunque para muchos, el coste humano y logístico parece superar los beneficios inmediatos de la intervención.
Vecinos y comerciantes critican el momento elegido para unas reformas tan invasivas

Los residentes y propietarios de negocios en las zonas afectadas no han tardado en manifestar su malestar. Las obras han provocado una reducción notable del tránsito peatonal en áreas comerciales y han dificultado el acceso tanto a viviendas como a locales. Algunos comerciantes denuncian pérdidas económicas importantes por la caída del número de clientes, y otros critican la falta de comunicación previa por parte del Ayuntamiento, que no ofreció alternativas ni plazos concretos de ejecución.
A pie de calle, la incomodidad es evidente. El ruido constante, el polvo y los desvíos improvisados complican la vida diaria en barrios donde ya de por sí el calor veraniego hace estragos (Madrid es una ciudad donde el congestionamiento del tráfico en horas picos es bastante conocido). Los vecinos, acostumbrados a convivir con las reformas urbanas, no comprenden la urgencia de actuar en estos meses y piden una planificación más sensible al contexto social y climático (una cosa es pedir y otra bien distinta es que el Ayuntamiento responda a las exigencias). Para muchos, la intervención, aunque necesaria, ha sido impuesta sin considerar sus consecuencias inmediatas.
El Ayuntamiento de Madrid defiende la inversión como parte de un plan de mejora urbana urgente

Desde el área de Urbanismo, el Consistorio justifica la intervención como parte de un proyecto estratégico de mejora del espacio público, cuyo objetivo es adaptar las infraestructuras a las nuevas necesidades de movilidad y accesibilidad. La inversión, que supera los 12 millones de euros, forma parte de un plan más amplio que incluye la renovación de aceras, la instalación de pavimentos más sostenibles y la eliminación de barreras arquitectónicas.
Según fuentes oficiales, los trabajos estaban programados desde principios de año y su ejecución responde a compromisos adquiridos con fondos municipales y europeos. El equipo de gobierno insiste en que las molestias son temporales y que los beneficios serán visibles a medio plazo.
Argumentan que la elección de estas fechas obedece a “criterios técnicos y financieros”, y no a una falta de previsión. Aun así, reconocen que los trabajos generan inconvenientes puntuales, aunque recalcan que las obras permitirán mejorar la calidad del entorno urbano y facilitarán la movilidad peatonal una vez concluidas.