Aunque la digitalización avanza a pasos agigantados, los cajeros automáticos siguen siendo fundamentales para millones de españoles y de personas en todo el mundo, porque el dinero en efectivo sigue circulando. Según el Banco de España, en noviembre de 2024 el 59 % de las compras en comercios físicos aún se realizaban en efectivo, lo que subraya su papel vital en la vida cotidiana, especialmente entre personas mayores o en entornos rurales.
Para algunos sectores de la población (sobre todo aquellos que no están familiarizados con los avances tecnológicos: personas mayores), estos dispositivos representan “una conexión directa con sus finanzas”, sin necesidad de usar aplicaciones móviles o tarjetas digitales. Este contexto explica por qué los cajeros no pueden desaparecer aún, pese al auge de los pagos contactless o las transferencias por móvil.
La confianza en el efectivo y la necesidad de contar con una red accesible de dispensadores automáticos ha motivado a las autoridades a impulsar una profunda (y para muchos, “necesaria”) transformación en su diseño y funcionalidades, asegurando que sigan siendo útiles y accesibles para todos.
¿Qué cambios traerá la nueva normativa en los cajeros automáticos?

A partir del 28 de junio de 2025, todos los cajeros que se instalen deberán cumplir con una nueva normativa centrada en la accesibilidad. Esto implica la integración de “sistemas multisensoriales como instrucciones por voz, pantallas de alto contraste, tipografías grandes y teclados con braille”. La idea es que cualquier persona, independientemente de su capacidad visual, auditiva o cognitiva, pueda operar un cajero de manera autónoma, porque al final se trata de “inclusión e integración”.
Además de estos elementos, “las interfaces deberán ser más intuitivas, claras y fáciles de entender” lo que muchos sectores de la población agradecerán. El lenguaje técnico será reemplazado por mensajes simples y visualmente accesibles, garantizando que incluso quienes no estén familiarizados con la tecnología puedan retirar dinero, consultar saldo o realizar transferencias “sin ayuda externa” (una práctica que se estaba haciendo habitual para algunos sectores). Esta medida no solo beneficiará a personas con discapacidad, sino también a personas mayores y a usuarios con menor alfabetización digital.
Cómo será la adaptación progresiva de los cajeros existentes

Aunque los nuevos dispositivos deberán cumplir de forma inmediata con estas exigencias, los cajeros actuales dispondrán de un periodo de transición hasta el 29 de junio de 2030 para adaptarse. Las entidades financieras podrán seguir usando sus equipos actuales siempre que estos no superen los diez años de antigüedad, lo que les permitirá organizar una renovación progresiva.
Este calendario busca aliviar la presión económica sobre los bancos, que deberán asumir el coste de modernizar más de 47.000 cajeros en todo el país. Se estima que la inversión por cada unidad podría variar entre 1.500 y 3.000 euros. Aun así, esta inversión se justifica como un paso necesario hacia una banca más moderna, accesible e inclusiva para todos los ciudadanos.
¿Por qué estas reformas son imprescindibles en la actualidad?

Las nuevas exigencias no responden solo a un mandato legal, sino a una creciente conciencia social sobre la necesidad de construir una banca accesible (una medida que ha llegado tarde, pero segura). En España, más de 4,3 millones de personas tienen una discapacidad reconocida, y muchas de ellas enfrentan barreras diarias al interactuar con servicios financieros. Implementar cajeros accesibles es una forma concreta de combatir la exclusión y fomentar la autonomía financiera.
Pero más allá de la inclusión, la modernización tecnológica también traerá consigo mejoras en la seguridad y en la experiencia del usuario (la obligada consulta externa a la hora de utilizar un cajero, estaba incrementando los números de estafas). Tecnologías como la identificación biométrica, la autenticación por doble factor o asistentes por voz pueden hacer que las operaciones sean más seguras, rápidas y cómodas. La transformación, por tanto, es una oportunidad tanto para la inclusión como para la innovación.
¿Qué beneficios aportarán estos cambios a los usuarios?

Para los usuarios, los nuevos cajeros supondrán una experiencia más sencilla, clara y segura. Las personas con discapacidad visual podrán acceder al dinero sin depender de nadie gracias a las guías por voz y a los teclados braille. Aquellos con dificultades auditivas o cognitivas también se beneficiarán de pantallas más claras y opciones de navegación simplificadas, porque al final, todos tenemos derecho a disfrutar y a hacer uso de la tecnología sin arriesgar la seguridad.
Asimismo, personas mayores o con menor familiaridad digital podrán hacer uso de los servicios bancarios con mayor confianza y sin temor a cometer errores. La mejora en la legibilidad de los menús, el uso de símbolos claros y la posibilidad de ajustar el volumen o el contraste de la pantalla convierten a estos nuevos cajeros en herramientas mucho más amigables y universales, son todas mejoras necesarias que mejorarán la experiencia de usuario.
¿Qué esperar en los próximos años?

El sistema bancario español se encuentra a las puertas de una transformación sin precedentes y que seguro marcará un antes y un después para muchos sectores de la población. Los cambios que comenzarán en junio de 2025 no son simplemente mejoras técnicas: “representan un compromiso real con la inclusión, la igualdad y el futuro digital del país”. La banca, como servicio esencial, debe adaptarse a una sociedad diversa y exigente.
Estas reformas marcarán un antes y un después en la relación entre los ciudadanos y los servicios financieros. Con “una red de cajeros más inclusiva, moderna y accesible”, España da un paso firme hacia un modelo bancario del siglo XXI, donde “nadie quede fuera por motivos de edad, discapacidad o nivel de alfabetización digital”, demostrando que la inclusión no es solo posible, sino también necesaria.