Especial 20 Aniversario

Descubre el pueblo de España con el nombre más corto que deslumbra con su puente medieval, playas y dos iglesias separadas por un río

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Entre los rincones más cautivadores del norte peninsular se esconde un destino que rompe todos los esquemas toponímicos nacionales. Este pequeño pueblo vasco ostenta el título del municipio con el nombre más corto de toda España: Ea, apenas dos letras que encierran siglos de historia marinera, tradiciones ancestrales y un entorno natural privilegiado que merece ser explorado con detenimiento. Enclavado en la comarca de Busturialdea-Urdaibai, en la provincia de Vizcaya, este núcleo costero no solo destaca por la brevedad de su denominación, sino por un rico patrimonio arquitectónico donde conviven dos templos religiosos a orillas del mismo río y un característico puente medieval que vertebra la vida local.

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La historia de Ea transcurre paralela al mar Cantábrico, que ha modelado no solo su paisaje sino también el carácter de sus habitantes. Fundado oficialmente en 1884, tras independizarse de las anteiglesias de Natxitua y Bedarona, este encantador pueblo marinero conserva intacta su esencia pesquera mientras se adapta a los nuevos tiempos con una creciente oferta turística que respeta sus raíces. Sus poco más de 800 habitantes mantienen vivas las tradiciones vascas en un entorno donde la naturaleza se manifiesta con toda su fuerza: acantilados escarpados, calas de aguas cristalinas y un verdor omnipresente que contrasta con el azul del Cantábrico, creando estampas de postal en cada rincón de este singular municipio vizcaíno.

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PLAYAS DE ENSUEÑO ENTRE ACANTILADOS: EL TESORO NATURAL DE LA COSTA VIZCAÍNA

La playa principal de Ea, con sus aproximadamente 200 metros de arena dorada abrazada por acantilados, constituye uno de los principales atractivos turísticos de la localidad. A diferencia de otros arenales masificados del litoral español, esta cala mantiene un encanto especial gracias a su entorno semicerrado y su ambiente familiar que la convierte en el refugio perfecto para quienes buscan tranquilidad sin renunciar a los placeres del baño estival. La particular forma de embudo de la ensenada, donde el río desemboca en el mar, crea unas condiciones ideales para el baño durante la pleamar, mientras que la bajamar descubre rincones rocosos llenos de vida marina que hacen las delicias de los aficionados al snorkel.

Más allá de la playa principal, el término municipal de este pueblo vasco esconde otras calas menos conocidas pero igualmente cautivadoras. Pequeños rincones como Natxitua o Ogella, accesibles tras breves caminatas por senderos costeros que ofrecen panorámicas de vértigo sobre el Cantábrico, recompensan el esfuerzo con espacios naturales apenas frecuentados donde es posible disfrutar del mar en soledad incluso en plena temporada alta. La diversidad de estos espacios litorales, alternando tramos de arena fina con formaciones rocosas esculpidas por el oleaje a lo largo de milenios, convierte la costa de este municipio vizcaíno en un mosaico paisajístico de extraordinario valor natural y estético que merece ser preservado para las generaciones futuras.

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