Especial 20 Aniversario

Descubre el pueblo de España con el nombre más corto que deslumbra con su puente medieval, playas y dos iglesias separadas por un río

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Entre los rincones más cautivadores del norte peninsular se esconde un destino que rompe todos los esquemas toponímicos nacionales. Este pequeño pueblo vasco ostenta el título del municipio con el nombre más corto de toda España: Ea, apenas dos letras que encierran siglos de historia marinera, tradiciones ancestrales y un entorno natural privilegiado que merece ser explorado con detenimiento. Enclavado en la comarca de Busturialdea-Urdaibai, en la provincia de Vizcaya, este núcleo costero no solo destaca por la brevedad de su denominación, sino por un rico patrimonio arquitectónico donde conviven dos templos religiosos a orillas del mismo río y un característico puente medieval que vertebra la vida local.

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La historia de Ea transcurre paralela al mar Cantábrico, que ha modelado no solo su paisaje sino también el carácter de sus habitantes. Fundado oficialmente en 1884, tras independizarse de las anteiglesias de Natxitua y Bedarona, este encantador pueblo marinero conserva intacta su esencia pesquera mientras se adapta a los nuevos tiempos con una creciente oferta turística que respeta sus raíces. Sus poco más de 800 habitantes mantienen vivas las tradiciones vascas en un entorno donde la naturaleza se manifiesta con toda su fuerza: acantilados escarpados, calas de aguas cristalinas y un verdor omnipresente que contrasta con el azul del Cantábrico, creando estampas de postal en cada rincón de este singular municipio vizcaíno.

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UN PUENTE MEDIEVAL QUE UNE DOS ORILLAS Y MÚLTIPLES SIGLOS

El elemento más emblemático del paisaje urbano de Ea es, sin duda, su histórico puente de piedra. Esta construcción medieval, que data aproximadamente del siglo XV, constituye el corazón neurálgico del pueblo y conecta las dos partes en que el río divide el núcleo urbano con un arco de perfecta factura que ha resistido el paso del tiempo, las crecidas fluviales y las inclemencias del clima cantábrico. Su silueta se ha convertido en la imagen más reconocible del municipio, apareciendo en postales, guías turísticas y fotografías de visitantes que quedan cautivados por su belleza atemporal y su perfecta integración en el entorno.

Más allá de su evidente valor arquitectónico, este puente medieval representa la esencia misma del pueblo vizcaíno. A diario, vecinos y turistas cruzan esta estructura centenaria que ha sido testigo silencioso del devenir histórico local, manteniendo viva una tradición de tránsito y encuentro que perdura desde hace más de quinientos años y que simboliza la continuidad entre pasado y presente. Las cuidadas flores que adornan sus barandillas durante los meses estivales añaden un toque de color a la piedra grisácea, creando un contraste visual que multiplica su atractivo y lo convierte en un punto ineludible para los amantes de la fotografía que visitan este rincón de la costa vasca en busca de imágenes auténticas del norte español.

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