Los fans del artista puertorriqueño Bad Bunny se llevaron una sorpresa nada agradable al intentar adquirir entradas para sus conciertos en España. La emoción por ver al ídolo del trap y reguetón en directo se vio empañada por el elevado precio final de las entradas, disparado por una suma de conceptos adicionales. Ante esta situación, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) ha alzado la voz y presentado una denuncia que podría marcar un antes y un después en la venta online de espectáculos musicales.
La OCU ha señalado directamente a la plataforma Ticketmaster por prácticas que califica de «irregulares y abusivas«, lo que ha motivado una denuncia formal ante la Subdirección General de Inspección y Procedimiento Sancionador del Ministerio de Consumo. El caso no solo afecta a los conciertos de Bad Bunny, sino que pone bajo la lupa un sistema de comercialización que podría estar vulnerando derechos básicos del consumidor.
1Entradas de Bad Bunny: el precio que ves no es el que pagas

La venta de entradas para la gira española de Bad Bunny ha estado rodeada de controversia desde sus primeras horas. Lo que comenzó con una preventa anunciada con bombos y platillos acabó con usuarios frustrados por no entender exactamente cuánto estaban pagando y por qué.
Según la OCU, el precio base de una entrada, anunciado en 79,50 euros, terminaba superando los 269 euros en algunos casos tras sumarle hasta tres cargos adicionales: una “donación” de 3,30 euros, unos gastos de gestión de 36,50 euros y, lo más polémico, un cargo VIP adicional de 150 euros.
La OCU denuncia que estos costes se suman en fases avanzadas del proceso de compra y no son reembolsables, lo que implica que el consumidor los pierde incluso si se ve obligado a cancelar su compra. Esto, en palabras de la organización, vulnera el principio de transparencia y derecho a la información clara que deberían regir cualquier transacción comercial.
Además, hay otro detalle que ha despertado aún más malestar: los precios son dinámicos. Es decir, pueden variar dependiendo de la demanda del momento, como si se tratara de billetes de avión o habitaciones de hotel. Pero en este caso, según la OCU, no se informa con claridad cuáles son los factores que determinan esos cambios, ni en qué medida impactan en el precio final.