Cumplir 65 años debería ser sinónimo de descanso y estabilidad. Sin embargo, para muchos españoles que dependen del subsidio por desempleo del SEPE, esta edad marca el inicio de un problema inesperado. Al llegar a ese umbral, miles de beneficiarios descubren que este apoyo económico desaparece de forma automática, dejándolos en una encrucijada financiera.
Lo más preocupante es que no se trata de una sanción ni de un error administrativo del SEPE. Es la ley. Y, en muchos casos, esa misma ley deja a quienes más lo necesitan —personas desempleadas de larga duración que han cotizado durante décadas— sin subsidio y, en ocasiones, sin pensión.
3Un paso mal calculado: la confusión en la transición hacia la jubilación

Aunque el SEPE argumenta que cumple estrictamente la ley, lo cierto es que el sistema falla a la hora de acompañar al ciudadano en esta transición. Muchos afectados desconocen que su subsidio caducará al cumplir 65 años. Y tampoco saben que, si no solicitan su jubilación con antelación, pueden quedarse sin ingresos durante semanas, incluso meses.
La raíz del problema está en que no existe una coordinación automática entre el SEPE y el INSS. Mientras uno corta la ayuda, el otro espera que el ciudadano solicite la pensión. No hay una notificación conjunta, ni un procedimiento estandarizado para evitar este vacío.
El resultado es que miles de personas atraviesan este proceso solas, con dudas, retrasos y, en muchos casos, sin información clara. Y lo que debería ser una transición tranquila hacia la jubilación se convierte en una fuente de ansiedad y desamparo.