Durante años, los gatos fueron alimentados con restos del almuerzo familiar o sobras de la carnicería del barrio. Era algo común, casi tradicional. Pero los tiempos han cambiado. Hoy, los estantes de los supermercados y las clínicas veterinarias están repletos de productos especialmente diseñados para ellos. En este contexto, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), siempre atenta a la calidad de lo que consumimos –y lo que consumen nuestras mascotas–, ha llevado a cabo una investigación exhaustiva.
La OCU analizó una amplia gama de productos para gatos: desde piensos secos hasta comida húmeda y fórmulas específicas para animales esterilizados. El objetivo: determinar si estos productos cumplen lo que prometen y, más importante aún, cuál es la mejor opción según sus análisis. En este artículo te contaremos cuál es el mejor alimento para tu gato.
1Pienso seco: el favorito por precio y practicidad

Lo más común y accesible es el pienso seco. Según la OCU, esta es la opción más económica para alimentar a un gato. El precio medio ronda los 4,5 euros por kilo, lo que permite una planificación mensual más económica en comparación con otros formatos. Pero, ¿solo se trata de economía?
No. Hay más. El pienso seco también tiene ventajas prácticas: ayuda a que las heces del animal sean más compactas y con menos olor, algo muy valorado en hogares donde el arenero está dentro de la casa. Además, aunque en menor medida que en los perros, el masticar croquetas duras puede contribuir ligeramente a la higiene dental del felino.
La OCU ha analizado distintas marcas y gamas de pienso para gatos adultos y esterilizados. El veredicto es positivo: muchas de las opciones estudiadas tienen una composición nutricional adecuada. Algunas incluso ofrecen una relación calidad-precio destacable. Según el organismo, elegir bien puede suponer un ahorro superior a los 200 euros al año sin comprometer la salud del gato.
Pero hay que tener cuidado con las marcas más baratas. La OCU advierte que, aunque algunas tienen buena puntuación, no siempre son las más equilibradas nutricionalmente. La clave está en encontrar un balance entre calidad y precio, sin sacrificar lo más importante: el bienestar del animal.