Chorreado y granallado: limpieza y preparación de superficies

El chorreado y el granallado son dos técnicas de limpieza que se emplean a la hora de preparar superficies. Ambas se sirven de la proyección de materiales abrasivos a gran velocidad, con los que eliminan contaminantes, óxido, etc. Pese a que los dos términos se suelen usar indistintamente, lo cierto es que los abrasivos para chorreado y granallado no son los mismos. De hecho, se puede decir que son técnicas distintas por las diferencias que hay entre los dos procesos.

¿Qué es el chorreado?

Cuando hablamos de chorreado, nos referimos a la proyección de abrasivos sobre superficies. Esto se hace a gran velocidad y se emplean materiales como el vidrio, la arena o incluso la cáscara de nuez.

¿Para qué se usa el chorreado?

Se trata de una técnica excelente a la hora de eliminar contaminantes de las superficies, como el polvo, la grasa, el óxido o el aceite. En muchas ocasiones, esto se hace a la hora de preparar algunas áreas para la pintura.

Los abrasivos crean una superficie rugosa, de manera que la pintura se adhiere mejor a ella y el resultado final es más vistoso. También se recurre al chorreado para eliminar recubrimientos como la pintura, el barniz o el epoxi. Lo hace de manera inmediata y sin la necesidad de recurrir a los decapantes.

Por último, no es raro usar el chorreado con el fin de dar forma a alguna pieza o incluso con la finalidad de crear un acabado decorativo en ella.

¿Qué es el granallado?

Es una clase de chorreado. El nombre le viene por el tipo de abrasivo que usa, el cual en este caso es la granalla metálica. Este es un material de metal en forma de gránulos y que puede ser de acero, hierro o aluminio.

Aplicaciones del granallado

A la hora de eliminar óxido y cascarilla de las superficies metálicas debido al empleo de la granalla, el granallado no tiene rival. Esto lo hace mucho mejor que el chorreado. Otra de sus aplicaciones está relacionada con la soldadura. Si en el caso del chorreado hablamos de crear superficies rugosas para la pintura, el granallado hace lo mismo con las superficies que se van a soldar.

Algunas superficies metálicas mejoran su resistencia a la fatiga con los golpes superficiales, por lo que el granallado es ideal en este aspecto al tener la capacidad de dar miles de golpes a las piezas metálicas sin dañarlas. Una aplicación que comparte con el chorreado es la de dar forma a las superficies o crear los acabados decorativos. De este modo, nos decantaremos por una u otra técnica dependiendo del resultado que queramos lograr.

Así, si la superficie es más sensible, será mejor optar por el chorreado. Si es más dura y resistente, el granallado nos dará un acabado superior en menos tiempo.

¿Cuál de las dos técnicas es mejor?

No es posible decir que una es mejor que la otra, pues eso depende de la superficie, el tipo de contaminante que haya que eliminar y del acabado que queramos conseguir. Además, aquí también podemos jugar con los diferentes abrasivos que se usan en el arenado, los cuales cambian el resultado final del trabajo.