¿Qué es más perjudicial, fumar tabaco o la marihuana?

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El debate sobre las consecuencias para la salud derivadas del consumo de tabaco frente a la marihuana es un tema de gran relevancia e interés social que ha cobrado especial importancia en los últimos años, en parte debido a los movimientos hacia la legalización del cannabis con fines terapéuticos y recreativos en diversas partes del mundo, incluidas algunas comunidades autónomas de nuestra nación. En este contexto, es esencial abordar la información disponible de manera objetiva y científica para proporcionar al lector conocimientos claros y basados en evidencia.

Ambas sustancias tienen una larga historia de consumo y son conocidas por sus riesgos relacionados con la salud; sin embargo, difieren significativamente en su composición, efectos y los marcos legales que regulan su uso. A continuación, presentaré un análisis que desgrana las últimas investigaciones y opiniones de expertos, con el fin de esclarecer cuál de las dos puede considerarse más perjudicial desde una perspectiva de salud pública.

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LA MARIHUANA Y SUS PARTICULARIDADES

Por otro lado, la marihuana, cuyo principio activo principal es el tetrahidrocannabinol (THC), también tiene una serie de efectos nocivos para la salud. Si bien su consumo puede estar asociado con ciertos beneficios terapéuticos en el tratamiento de algunas condiciones médicas, el abuso de cannabis no está exento de riesgos. Se ha relacionado con alteraciones en la función cognitiva, especialmente en consumidores jóvenes cuyos cerebros aún están en desarrollo.

Asimismo, el consumo prolongado de cannabis puede incrementar el riesgo de trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia, especialmente en personas con predisposición genética. Por otra parte, aunque la marihuana no contiene nicotina, fumarla puede resultar en daños respiratorios similares a los causados por el tabaco, debido a la naturaleza del humo inhalado.

Sin embargo, a diferencia del tabaco, la evidencia sugiere que la marihuana tiene un potencial adictivo menor y, en términos de mortalidad directa, los casos de muerte por sobredosis son prácticamente inexistentes. Esto contrasta notablemente con las estadísticas asociadas al tabaco, en las cuales las muertes atribuibles son cientos de miles cada año a nivel global.