Michael Jackson, Justin Bieber o Bruce Springsteen: ¿Por qué los artistas venden su catálogo?

El catálogo de Michael Jackson no ha sido más que el ejemplo más reciente de artistas, o sus herederos, en este caso, vendiendo los derechos de su música a una empresa o discográfica del tamaño de Sony.

La industria musical está en un momento complicado. Las giras no necesariamente generan los ingresos de hace unos años, los festivales empiezan a tener problemas para vender entradas y los ingresos por streaming siguen siendo muy pocos, incluso para algunos de los artistas más grandes del momento. Por eso son varios los músicos, o descendientes de artistas, como Bruce Springsteen, Justin Bieber o los herederos de Michael Jackson, han vendido sus catálogos a empresas de inversión, de vuelta a sus discográficas o incluso a empresas publicitarias.

No es una mala decisión. La realidad es que los artistas no están vendiendo los derechos de sus composiciones o la posibilidad de regrabarlas o tocarlas en vivo, sino que están vendiendo los ‘Masters’ de las grabaciones originales. Por eso Springsteen puede seguir tocando ‘Born To Run’ sin preguntar a Sony o Neil Young se atrevió a vender la mitad de los derechos de su catálogo a pesar de incluso sentirse incómodo con la presencia de sus canciones en Spotify

Europapress 5158183 Cantante Bruce Springsteen Estadi Olimpic Barcelona Inicio Gira Europa

También es cierto que los montos pueden ser suficientes para que cualquiera se plantee una decisión de este nivel. The Boss recibió 500 millones de dólares, Justin Bieber, por sus grabaciones hasta 2023, unos 200 millones y los herederos de Michael Jackson recibieron el mismo monto que el autor de ‘Born in the USA’ por tan solo la mitad de las canciones del fallecido rey del pop y Bob Dylan aceptó 400 millones de dólares por su revolucionario cancionero.

LOS RIESGOS DE VENDER EL CATÁLOGO DE UN GRAN ARTISTA

Para las empresas que compran estos derechos es la oportunidad de poder licenciar estas grabaciones para el uso en la publicidad y el cine. Esto hace algunas de estas adquisiciones especialmente valiosas, sobre todo cuando se trata de artistas que suelen ser usados por estas empresas en comerciales y películas. También explica por qué otros artistas como los miembros restantes de The Clash, la familia de David Bowie o los Beatles tras recuperar los derechos de su catálogo después de la muerte de Michael Jackson, cuidan con tanto celo el derecho a estas grabaciones. 

Es que con las grabaciones en manos de empresas los artistas asumen los riesgos de no saber que no tienen control sobre la explotación de sus canciones a futuro. Aunque es complicado imaginar que una marca use las canciones de Springsteen contra su voluntad mientras viva, así sea para evitar tener que lidiar con situaciones incómodas en cuanto a negocios futuros. 

EL CASO TAYLOR SWIFT: CUANDO EL CATÁLOGO CAMBIA DE MANOS SIN PERMISO DEL ARTISTA

Si un caso se ha puesto sobre el tapete, los riesgos que corren los artistas al no ser dueños de sus catálogos es el de Taylor Swift. La cantautora pop, y probablemente la estrella musical más importante del mundo en la actualidad, firmó un contrato en su juventud que dejaba a su discográfica, RCA en aquel momento, con los derechos de sus grabaciones. Estos terminaron en una compra en manos de Scooter Brown, manager de Justin Bieber en su momento y enemigo personal de la artista.

Como forma de recuperar control sobre sus canciones, la artista poco a poco ha ido grabando sus discos con RCA, los 6 lanzados entre el debut homónimo de 2006 y ‘Reputation’ de 2017. También recuerda lo que pueden comprar las empresas, y lo que no, son dueños de las grabaciones, no de las composiciones sobre las que mantiene derecho el artista que las firma. 

Son ideas que se han planteado artistas como los Jonas Brothers, cuyo catálogo está en manos de Disney, o los míticos The Offspring que no terminaron de forma demasiado amable su relación con Columbia. 

VENTA DEL CATÁLOGO DE MICHAEL JACKSON UN SÍNTOMA DE UNA INDUSTRIA QUE BUSCA OPCIONES

Lo cierto es que no deja de ser preocupante que la industria de la música se vea obligada a tomar medidas de este tipo. La complicada realidad es que mientras la industria dependa de giras de gran calibre y de unas aplicaciones de streaming que pagan montos, como mucho, pírricos, y las realidades de una gira internacional sigan siendo tan complicadas, no debería ser una sorpresa que se busquen otros modos de generar ingresos mientras la situación se mantenga igual, sobre todo si pueden contar con montos suficientes para retirarse cómodamente. 

De momento no es una medida que se haya popularizado en España, pero dado que algunos de los grandes compradores están en el país, y con catálogos tan valiosos producidos en el país como el de Mecano o el de Hombres G no parece demasiado extraño que hagan una apuesta similar.