El secreto mejor guardado de uno de los monumentos estrella de Madrid y España: la Puerta de Alcalá

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La Puerta de Alcalá, majestuosa y emblemática, se erige como uno de los monumentos más icónicos no solo de Madrid, sino de toda España. Su imponente presencia en la Plaza de la Independencia no solo atrae a turistas ávidos de historia y belleza arquitectónica, sino que también encierra un secreto fascinante que pocos conocen. Más allá de su apariencia imponente y su papel como testigo silencioso de la historia, esta puerta real esconde una particularidad intrigante: sus dos caras no son idénticas, un detalle que agrega una capa de misterio a su legado.

El origen de esta peculiaridad se remonta al encargo del rey Carlos III, quien, insatisfecho con la puerta original que daba acceso a la ciudad, decidió reconstruirla. Entre los diversos proyectos presentados por destacados arquitectos e ingenieros de la época, la propuesta de Francisco Sabatini emergió como la elegida. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que Sabatini, en un gesto de astucia y sin percatarse, fusionó dos diseños distintos para satisfacer al monarca, dando lugar a la dualidad que define a la Puerta de Alcalá en la actualidad.

Esta dualidad arquitectónica confiere a la Puerta de Alcalá una singularidad que la distingue entre los monumentos históricos de Madrid. Desde la majestuosidad de sus diez semicolumnas de orden jónico en una cara, hasta la sobriedad y elegancia de las dos columnas y pilastras en la otra, cada faceta de este monumento cuenta una historia propia. Así, la Puerta de Alcalá no solo nos invita a contemplar su imponente presencia, sino también a descubrir el ingenio y las curiosidades que la convierten en un verdadero tesoro arquitectónico de España.

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El encargo real y el origen de la Puerta de Alcalá, uno de los monumentos más importantes de Madrid

El encargo real y el origen de la Puerta de Alcalá

El encargo de la Puerta de Alcalá surge a raíz del descontento del rey Carlos III con la entrada original a Madrid. Tras su llegada a la ciudad en 1769, proveniente de Nápoles, el monarca se propuso dotar a la capital española de una entrada más imponente y digna de su estatus real. Decidió, entonces, encargar la construcción de una nueva puerta que reflejara la grandeza y solemnidad de Madrid como centro de poder y cultura en la península ibérica.

El propósito original de este monumento no solo era funcional, sino también simbólico. Carlos III buscaba marcar su llegada a Madrid con un gesto monumental, que trascendiera su reinado y se convirtiera en un emblema de la ciudad. La Puerta de Alcalá no solo sería un punto de entrada y salida, sino también un símbolo de bienvenida y orgullo para los madrileños y todos aquellos que llegaban a la capital procedentes de diferentes regiones de España y Europa.

Así, el encargo real no solo respondía a una necesidad logística, sino también a un deseo de embellecer y enaltecer la imagen de Madrid. La historia detrás de la Puerta de Alcalá revela la importancia de la arquitectura como expresión de poder y cultura, así como la visión de un monarca que buscaba dejar su huella en la historia de la ciudad que gobernaba.

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