Cuál será el futuro de la creatividad humana?: el arte y la inteligencia artificial

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La creatividad humana ha sido un motor impulsor de la evolución cultural y artística a lo largo de la historia. Sin embargo, en la era actual, nos encontramos en medio de una revolución tecnológica que está transformando radicalmente la forma en que concebimos y expresamos la creatividad. La inteligencia artificial (IA) ha emergido como una fuerza poderosa que plantea preguntas fascinantes sobre el futuro del arte y la creatividad humana.

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El arte y la inteligencia artificial

La convergencia entre el arte y la inteligencia artificial ha ganado terreno en los últimos años, dando lugar a la creencia de que el arte creado mediante algoritmos será el movimiento artístico destacado del siglo XXI. Aunque las investigaciones en este ámbito se iniciaron en las últimas décadas del siglo pasado, el interés se intensificó notoriamente desde agosto de 2018, cuando Christie’s subastó por primera vez una obra generada por inteligencia artificial: «Portrait of Edmond de Belamy» (2018), que alcanzó los 380.000 euros después de más de seis minutos de pujas. Poco después, Sotheby’s subastó «Memorias de los transeúntes I» (2019) de Mario Klingemann por 46.450 euros, consolidando la presencia de la inteligencia artificial en el mundo del arte.

El arte generado por inteligencia artificial se ha convertido en un campo creativo en expansión, donde la IA se ha establecido como una herramienta valiosa para artistas en busca de nuevas formas de expresión y exploración creativa. Desde la producción de arte generativo hasta la interacción entre humanos y robots, la inteligencia artificial ha abierto nuevos horizontes en el arte. Una aplicación destacada es la producción de arte generativo, donde los algoritmos aprenden patrones y estilos artísticos para crear nuevas obras basadas en ese conocimiento. Esto ha dado lugar a piezas disruptivas y sorprendentes. Además, la IA facilita la creación de proyectos interactivos que cambian en tiempo real según la interacción con los espectadores, como la colaboración con robots artistas que utilizan la IA para crear obras basadas en la conversación y los gestos de los usuarios.

Sin embargo, la integración de la inteligencia artificial en el arte plantea cuestionamientos significativos, especialmente en torno al concepto de autoría. La pregunta sobre quién es el verdadero creador surge con fuerza, generando preocupaciones sobre la posible sustitución de los artistas por máquinas. Esta inseguridad radica no solo en el reconocimiento técnico de programar algoritmos para crear arte, sino también en la dificultad para distinguir si una obra fue creada por un ser humano o por una máquina. Este dilema afecta a principios fundamentales de la concepción humana del arte y la creatividad, considerados como rasgos genuinamente humanos e irreplicables.

Además, se plantean desafíos éticos relacionados con la autoría y los derechos de propiedad intelectual de las obras. La pregunta sobre si un algoritmo puede ser reconocido con derechos de copyright es compleja, ya que estos derechos son aplicables exclusivamente a los seres humanos. Aunque el futuro de esta relación entre humanos y máquinas aún no está definido, la inteligencia artificial seguirá siendo el resultado del diseño y la programación humanos, donde los códigos y algoritmos se utilizan para crear arte.

La creatividad computacional, un término utilizado para estudiar el comportamiento de software con resultados creativos, aún no ha puesto en duda la creatividad humana. A pesar de la existencia del test Turing en los años 50 para evaluar la inteligencia de un software, la complejidad del concepto de inteligencia y la necesidad de factores humanos en la creación artística subrayan la irremplazabilidad de la creatividad humana. La autonomía de los códigos y algoritmos actuales no implica que puedan generar nuevas obras por sí solos; el factor humano sigue siendo esencial desde la selección del banco de imágenes hasta la configuración del sistema de codificación específico. En última instancia, la creatividad humana persiste como un elemento irremplazable en la ecuación artística, a pesar de la creciente influencia de la inteligencia artificial.

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