La deriva de Ciudadanos está condenando al partido a la extinción. Después de la decisión de no comparecer en las elecciones generales del 23J, la formación naranja cambió de sede central y ahora uno de sus último baluartes, Patricia Guasp, abandona el partido.
Ciudadanos irrumpió en la política nacional en pleno en un momento en el que el procés catalán estaba a punto de vivir su momento más álgido. Abogaban por el discurso de centro izquierda y se presentaban como partido bisagra entre PP y PSOE, alejando a Podemos del poder y por tanto, eliminando a los populismos de las carteras ministeriales.
Sin embargo, la deriva del procés, la fuga y encarcelamiento de los líderes políticos independentistas, la laxitud del PP y sobre todo, su negativa a pactar con Sánchez en 2019 por tratar de dar el sorpasso al PP sentenciaron las aspiraciones de los naranjas.
En abril de 2019, con el adelanto electoral provocado por la moción de censura de Pedro Sánchez a Rajoy, Ciudadanos obtuvo 57 escaños en el Congreso, 25 más que en las anteriores elecciones. El PP había obtenido 66, pero donde de verdad residía la igualdad era en el número de votos. Los populares obtuvieron 4.373.653 mientras que los del Albert Rivera 4.155.665 fue ese en el momento en el que la directiva de la formación naranja optó por no pactar con Sánchez, que había alcanzado los 123 diputados. Podemos había perdido 12 escaños y se quedó en 33.
Aquella decisión supuso el principio del fin. Con la repetición electoral y la deriva de la situación en Cataluña, un discurso mucho más radical brotó en el Congreso, el de Vox. En aquel 10 de noviembre de 2019, la formación de Abascal sumó 52 diputados. Mientras que Ciudadanos perdió 47 escaños, cayendo hasta los 10.
Al día siguiente Albert Rivera presentó su dimisión como presidente del partido y dejaba la herencia envenenada en manos de Inés Arrimadas, que estaría secundada por Begoña Villacís y brevemente por Juan Carlos Girauta, quien tras mostrar sus desavenencias con la dirección, decidió dejar Ciudadanos en mayo de 2020, después de que la formación naranja apoyase la ampliación del estado de alarma.
Un año más tarde, Girauta sentenciaba «Ciudadanos desaparecerá en 2023», días después de conocerse la moción de censura a López Miras en Murcia, que fue solventada cuando los cuatro diputados de la formación naranja votaron en contra.
Y las elecciones municipales del 28M terminaron de dar la razón al exmiembro. Ciudadanos tan sólo recibió 302.302 votos, lo que se tradujo en 392 concejales, 2.395 menos que en 2019. Lo que provocó la marcha de Inés Arrimadas, que el día 1 de junio anunció que abandonaba la política.
En ese momento el partido, que en cuatro años había pasado por tres liderazgos distintos, caía en manos de Patricia Guasp y Adrián Vázquez, quienes asumieron la difícil decisión de no concurrir en las elecciones del 23J.
Patricia Guasp deja Ciudadanos
Tras la debacle de los últimos cuatro años y la criticada decisión de no participar en las elecciones del 23J, Guasp y Vázquez tenían que asumir la realidad de su partido. Esa realidad pasaba por abandonar su cuartel general de la Calle Alcalá de Madrid, donde ocupaban un gran inmueble del cual sólo ocupaban unas cuantas plantas. Se mudaron a Príncipe de Vergara, siempre en Madrid, para tratar de ahorrar dinero puesto que con la perdida de votantes, escaños y concejales, dejarían de recibir buena parte de su financiación.
Pero por si la tumba de Ciudadanos no estuviese lo suficientemente cavada, ahora una de sus líderes deja el partido. Patricia Guasp, a quien le llovieron las críticas por no concurrir en las elecciones, ha decidido dejar el partido y la política para volver al sector privado.
Deja por tanto la portavocía nacional y la coordinación autonómica de Baleares, donde además era diputada. Ahora el partido, según sus estatutos, deberá convocar elecciones primarias y en el caso de Baleares, se prevé que una junta gestora sustituya la coordinación del comité autonómico.
