Los embutidos es uno de los alimentos más consumidos en nuestro país, por su sabor, porque somos grandes productores y porque sobre todo en determinadas zonas es una base alimenticia. Pero tiene un lado oscuro: los aditivos y conservantes que contienen. Es el precio que hay que pagar en un mercado con mucha demanda y que por tanto requiere mucha producción y mucha logística de conservación y de aditamentos para triunfar sobre la competencia. Vamos a ver qué llevan estos embutidos y lo que hay que evitar para cuidar su salud.
2SÓLO HAY QUE FIJARSE EN LAS ETIQUETAS DE LOS EMBUTIDOS
Expertos como Pablo López, veterinario bromatólogo, tienen claro que los embutidos deberían ser entendidos como derivados de la industria, y no productos naturales procesados. También tiene claro que el consumidor no presta atención al etiquetado, donde se daría cuenta de lo que llevan. La realidad industrial de los embutidos es clara: gelatinas, colágeno, sal, fécula y, sobre todo, los números E; es decir, los consabidos conservantes, colorantes o antioxidantes.
Es cierto que muchos de ellos son necesarios, sobre todo en los productos curados, ya que inhiben el desarrollo de microbios. En ese sentido, la Unión Europea lleva unos controles rigurosos y en continua reevaluación, pero hay otras cuestiones más opacas donde para compensar la mala calidad del producto, se hace uso de demasiados aditivos. De muchos de ellos se puede prescindir.