El Vaticano no ha declarado día de luto oficial este jueves 5 de enero a pesar de ser el día en el que Francisco preside el funeral de su predecesor, Benedicto XVI, que falleció el pasado sábado 31 de enero a los 95 años y cuyos restos mortales serán enterrados en las grutas vaticanas, concretamente, en la tumba que perteneció a san Juan Pablo II hasta 2011, cuando fue trasladado a la capilla de San Sebastián en la superficie de la basílica de San Pedro.
En este sentido, las oficinas del Estado más pequeño del mundo están abiertas regularmente. Si bien se ha dado permiso a los empleados que así lo han querido a asistir a la misa funeral, que preside el Papa Francisco en la Plaza de San Pedro, han tenido que seguir garantizando el funcionamiento de todas las actividades de la Santa Sede, según ha informado el diario italiano Il Fatto Quotidiano.
De la misma manera, los Museos del Vaticano también están operativos y no hay banderas a media asta en señal de luto, cosa que sí ha decretado el gobierno de Italia. Portugal, por su parte, sí ha decretado un día de luto.
De hecho, al no ser considerado un funeral de Estado, ya que no ha fallecido un papa reinante, la Santa Sede solo ha invitado oficialmente a las delegaciones de Italia y Alemania, que estarán representadas respectivamente por el presidente de la República, Sergio Mattarella, y por su homólogo, Frank-Walter Steinmeier. La Secretaría de Estado ha precisado de este modo que todas las demás delegaciones presentes, como la española, encabezada por la Reina Sofía, lo están «a título personal».
El cuerpo de Benedicto XVI ha sido introducido en un féretro triple. El ataúd de ciprés -que ha sido trasladado a la plaza de San Pedro para el funeral, será introducido dentro de otro hecho de zinc, que a su vez será encajado en un tercero hecho en madera de roble, que se verá en el momento del entierro en las Grutas Vaticanas.
Los restos mortales del Papa alemán reposarán en la capilla -situada en las grutas vaticanas, en el sótano de la basílica de San Pedro- donde primero fue enterrado san Juan XXIII, desde su muerte en 1963 hasta su beatificación y después San Juan Pablo II, desde su muerte en 2005 hasta su beatificación en 2011. Dentro del ataúd se ha colocado un pergamino escrito en latín con las fechas más significativas de su vida.
Durante la misa funeral en 2005 de san Juan Pablo II – que duró tres horas- se leyó en alto este documento. Además, también se ha colocado el palio, la cinta de lana con cruces que se pone sobre los hombros y que simboliza la potestad de gobierno en una determinada jurisdicción, dentro del ataúd, al lado de su cuerpo y sin vestirlo, como se hace con los obispos eméritos. Benedicto XVI recibió tres veces el palio, en 1977 como arzobispo de Munich y Freising, en 2002 como decano del Colegio Cardenalicio y en 2005 como Papa, y que se ha colocado junto al cuerpo.
Por último, también se han introducido en el féretro las medallas del pontificado, 7 de oro según el número de años, 10 de plata según el número de meses y 9 de bronce según el número de días. Benedicto XVI tampoco ha sido enterrado con el anillo del pescador que usó durante el pontificado, ya que fue destruido en 2013, cuando anunció su renuncia.
Tras la muerte de Benedicto XVI el pasado sábado, la agenda de Francisco no se ha modificado. Ese mismo día, el Papa rezó a las 17:00 las vísperas y el Te Deum en acción de gracias por el año que termina, tal y como estaba previsto. El miércoles, mientras los fieles daban el último adiós a Benedicto XVI en la basílica de San Pedro, donde su cuerpo estuvo expuesto durante tres días ante el baldaquino de Bernini, el pontífice celebró la audiencia general de los miércoles en el Aula Pablo VI.
Justo al comienzo de la primera audiencia general de 2023, Francisco quiso recordar una vez más a su predecesor. «Antes de comenzar esta catequesis, quisiera que nos uniéramos a quienes, aquí a nuestro lado, rinden homenaje a Benedicto XVI y dirigirle mi pensamiento a él, que fue un gran maestro de catequesis», señaló. A continuación, destacó que su «pensamiento agudo y cortés» no era «autorreferencial, sino eclesial».
«Siempre quiso acompañarnos al encuentro con Jesús. Jesús, el Crucificado Resucitado, el Viviente y el Señor, fue la meta a la que nos condujo el Papa Benedicto XVI», subrayó.